Fecha: 15 de noviembre de 2020
Este domingo conmemoramos la Jornada Mundial de los Pobres, una iniciativa convocada por el papa Francisco en el año 2016. En esta ocasión, llega la cuarta edición en un contexto doloroso e incierto que afecta a muchos países de todo el mundo. En este escenario provocado por la pandemia de la Covid-19, el Santo Padre nos invita a mantener la mirada hacia el pobre para tender la mano a los más necesitados, aunque a menudo no es nada fácil.
El mensaje del papa Francisco publicado con motivo de esta Jornada es una llamada que nos invita a trabajar activamente para superar las barreras de la indiferencia y poner la mirada en lo que es esencial. El Papa quiere que no contribuyamos a la globalización de la indiferencia. Los excluidos, los que arrinconamos, siempre nos siguen esperando.
El Papa, ante el riesgo de separar vida espiritual y atención a los más necesitados, nos recuerda que «la oración logra su propósito cuando va acompañada del servicio a los pobres». El Señor nos reveló que estaría presente en los hermanos más débiles: «En verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis» (Mt 25,40).
Encontramos a Dios en la oración y en la atención a los demás, especialmente cuando nos ocupamos de los más necesitados. Es necesario, pues, este doble encuentro. Es precisamente esto lo que hacía el Hijo de Dios mientras estuvo aquí en la tierra, con nosotros, como un hombre más. Oraba en todo momento y se encontraba con la gente, especialmente con los pobres, tanto materiales como espirituales. Démonos cuenta pues, sin perder la paz ni la alegría, de nuestra debilidad humana y espiritual, y salgamos al encuentro de aquellos que el mundo desprecia: enfermos, ancianos desamparados, pobres, presos y todos aquellos a quienes la sociedad da la espalda por sus acciones.
El título del mensaje del papa Francisco «Tiende la mano al pobre» (Eclo 7,32) se inspira en unas sabias palabras recogidas en uno de los libros del Antiguo Testamento, el Eclesiástico. La sabiduría del pueblo de Israel ya reconocía entonces que no se podía distinguir la oración a Dios de la solidaridad con los pobres y con los que más sufren.
El Papa nos exhorta a reflexionar y a tener un espíritu misericordioso y fraterno que nos haga compartir la riqueza con los más necesitados. «Uno no improvisa instrumentos de misericordia. Es necesario un entrenamiento cotidiano, que proceda de la conciencia de lo mucho que necesitamos, nosotros los primeros, de una mano tendida hacia nosotros.» (Mensaje del Papa Francisco para la IV Jornada Mundial de los Pobres).
Queridos hermanos y hermanas, este domingo celebramos una jornada que nos quiere recordar que los pobres no son solo miembros que forman parte de la comunidad cristiana, sino que son los hermanos que deben ocupar el centro de nuestra Iglesia. Ojalá que podamos acompañar la oración al Señor con la solidaridad a los más vulnerables; tendámosles la mano siempre con una sonrisa.