Ante el sufrimiento que derriba a las personas, desde la Conferencia Episcopal Española apostamos por una cura integral de las personas que trabaje todas sus dimensiones: corporal, espiritual, relacional y psicológica. No dejaremos nunca de repetir que no hay enfermos «incuidables» aunque sean incurables. Creemos que el remedio contra la tristeza, el dolor, la soledad y el vacío existencial de las personas ancianas o enfermas no puede ser la eutanasia.
Asegurar unos dignos cuidados paliativos que, evitando ensañamientos terapéuticos, garanticen un control adecuado del dolor a todos los que los necesiten, así como asegurar el acceso de todas las personas dependientes a las ayudas económicas y a las prestaciones que les corresponden, debería primar a las medidas tendentes a paliar el sufrimiento con la muerte programada.
Y, por encima de todo, hay que asegurar que las personas que sufren encuentren en sus familiares y conciudadanos el consuelo, la cercanía y la atención humana y espiritual que alivian el dolor y ofrecen la esperanza que nace de la fe en la vida eterna y que da sentido a toda la vida humana.
+ Card. Juan José Omella Omella
Arzobispo de Barcelona y Presidente de la CEE