Fecha: 23 de mayo de 2021

El papa Francisco nos llama a recuperar la capacidad de soñar un futuro mejor, y llama especialmente a la Iglesia a ser servidora de un proyecto de fraternidad para toda la humanidad, a ser testigos de la esperanza. Hoy, con motivo de la solemnidad de Pentecostés, celebramos el día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar, y somos invitados a descubrir la riqueza del laicado en la vida del Pueblo de Dios. El lema y la Jornada de este año se inspiran en la carta encíclica del papa Francisco, Fratelli tutti, sobre la fraternidad y la amistad social, y en el Congreso de Laicos, que ha cumplido recientemente su primer aniversario.

El Congreso de Laicos fue una invitación a hacer realidad el sueño del  discernimiento y el de la sinodalidad. La existencia cristiana no es algo estático, es la vida misma, compuesta por pensamientos, sentimientos, actos, tendencias y relaciones con los demás, con las cosas, con el mundo y con la sociedad. La existencia cristiana tiene un nacimiento y un desarrollo continuo. En el origen de esta nueva vida está la fe en Jesucristo, el bautismo y el don del Espíritu Santo, tres realidades que se integran recíprocamente y suscitan en nosotros una acción vivificadora y santificadora de Dios. El cristiano debe caminar como hijo de la luz; esto comporta la tarea de discernir para descubrir continuamente la voluntad de Dios, y eso lo consigue en la medida en que ha recibido el don del Espíritu, principio dinámico y norma de su obrar. El Espíritu divino entabla con el espíritu humano un diálogo misterioso para reconocer el camino que Dios traza y para seguirlo.

Ahora bien, para que la existencia cristiana pueda desarrollarse con autenticidad, es necesario contrastar continuamente lo que Dios suscita, con las inclinaciones de los instintos humanos o de las fuerzas del mal, que son contrarias al Espíritu de Dios. A veces no resulta fácil distinguir entre la acción del Espíritu de Dios, la del espíritu humano y la del espíritu del maligno. El discernimiento nos ayuda a descubrir la voluntad de Dios, su plan de salvación en el día a día de nuestra vida y en la historia. Porque Dios nos habla en la historia, y actúa en la historia, que entonces deviene historia de salvación. Por eso somos llamados a descubrir la voz de Dios en el interior del corazón y también en el grito de cada uno de los hermanos que encontramos en el camino, y esa voz nos lleva a escuchar para sanarlas heridas y liberar las personas.

El otro gran sueño es el de la sinodalidad, que nos debe llevar a descubrir que somos un único Pueblo de Dios, pastores, vida consagrada y laicos, y que todos somos necesarios para llevar a cabo la misión evangelizadora. Por el sacramento del bautismo, todos somos llamados y enviados, discípulos misioneros. La sinodalidad nos debe llevar también a vivir la comunión entre Movimientos y Asociaciones, y en relación a las diócesis y las parroquias. Y el modelo del camino sinodal de la Iglesia y su alimento cotidiano lo encontramos en la Eucaristía. En torno a ella se reúne y de ella se alimenta todo el Pueblo de Dios.

Que la celebración de este Día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar nos ayude para seguir avanzando en este proceso de impulso y dinamización del laicado. Damos gracias a Dios por el trabajo de las delegaciones de Apostolado Seglar, los Movimientos y Asociaciones, la Acción Católica  y la labor tan discreta como eficaz de tantos laicos de nuestras parroquias. Que la Virgen María, Reina de los Apóstoles, nos guie en el camino, y el Espíritu Santo nos colme de sus bendiciones para que hagamos realidad, en la Iglesia y en el mundo, los sueños de Dios para la humanidad.