Fecha: 17 de octubre de 2021
El próximo domingo se celebra en toda la Iglesia la Jornada mundial de las misiones, el día del DOMUND. Esta jornada ha de ser, en primer lugar, de oración. En la celebración de la Eucaristía tendremos presentes de un modo especial a todos nuestros hermanos y hermanas en la fe que, habiendo conocido a Jesús y escuchado su Palabra, han dejado su tierra para ir a anunciar el Evangelio a quienes todavía no han oído hablar de Cristo. Convencidos de que la Iglesia crece por la entrega generosa de cada uno de los bautizados en la vocación a la que han sido llamados, agradeceremos el testimonio que nos dan gastando la vida por el Señor y por la humanidad. Os invito a pedir también al Señor que suscite en la Iglesia nuevas vocaciones misioneras para que la semilla del Reino de Dios no deje se sembrarse en todos los rincones de nuestro mundo.
El DOMUND ha de ser también un día de solidaridad con las iglesias de los países de misión. El Santo Padre, a través de las OBRAS MISIONALES PONTIFICIAS, distribuye las ayudas de toda la Iglesia según las necesidades de cada comunidad local. Cuando conocemos personalmente a un misionero o una misionera, escuchamos su testimonio y vemos sus necesidades nos sentimos espontáneamente llamados a ayudarles. En cambio, nuestra colaboración en la jornada del DOMUND tiene un carácter universal. El Papa tiene una preocupación por todas las iglesias y conoce sus necesidades. En esta jornada le ayudamos para que pueda ejercer mejor su ministerio de cuidar de todas las comunidades cristianas, especialmente de las más pobres. Os invito a apoyar con generosidad la obra misionera de la Iglesia, de modo especial en la colecta de la Eucaristía del próximo domingo. No olvidemos que una aportación pequeña según nuestros parámetros económicos, puede hacer un gran bien en los territorios de misión.
El lema para la jornada de este año es Cuenta lo que has visto y oído. Se trata de un envío que nos afecta a todos. Todo bautizado que de verdad ha conocido a Cristo y quiere vivir en amistad con Él, tiene alma misionera, porque no puede guardarse para sí mismo esta experiencia: quien se ha encontrado con el Señor ha conocido el amor, ha visto y oído que las cosas pueden ser diferentes y siente la necesidad de comunicar y compartir lo que ha visto y oído, es decir, lo que ha vivido. Esta vivencia recorre la historia de la Iglesia de todos los tiempos: desde que Andrés, que se encontraba en el grupo de discípulos de Juan Bautista que conocieron a Cristo, y fue inmediatamente a contárselo a Pedro diciéndole “hemos visto al Mesías”, hasta el día de hoy, cuando miles de misioneros están por todo el mundo anunciando lo que han visto y oído.
El Papa, en su mensaje nos recuerda que estamos ante una invitación dirigida a cada uno de nosotros a dar a conocer aquello que tenemos en el corazón, porque así es como nuestra fe se fortalece. La Iglesia existe para evangelizar, por lo que cuando se encierra en ella misma se debilita, se aísla y pierde vitalidad.
Que nuestro apoyo a los misioneros y misioneras sea un signo del aprecio que tenemos hacia nuestra fe.