Fecha: 23 de enero de 2022
Estimados y estimadas. Celebramos hoy, inmersos y arropados por la Semana de Oración para la Unidad de los Cristianos, el Domingo de la Palabra. En la Archidiócesis de Tarragona esta celebración condimenta la efeméride de los santos mártires Fructuoso, Augurio y Eulogio del pasado día 21 y la solemnidad de la conversión de San Pablo, patrón secundario de la diócesis que se celebrará pasado mañana.
Hoy, la Iglesia nos recuerda el lugar preeminente que la Palabra de Dios tiene en nuestra vida como Pueblo de Dios e Iglesia de Cristo. El papa Francisco, al instituir este día en el año 2019, destacó la elección del día, justo en ese momento del año en el que «estamos invitados todos a fortalecer los lazos con el pueblo judío y a rezar por la unidad de los cristianos» (Carta apostólica «Aperuit Illis», 3). Y ésta no es una coincidencia temporal casual, porque celebrar un Domingo de la Palabra de Dios expresa un valor profundamente ecuménico porque la Sagrada Escritura señala el camino a seguir para quien se pone en actitud humilde de escucha del Señor. Y escuchar la Palabra significa, siempre, celebrarla, reflexionarla, hacérnosla nuestra y divulgarla. La escucha atenta de la Palabra es alegría para quien escucha y llega a ser, por sí misma, alegría para el corazón del creyente. Por eso, como afirma el profeta, «el día de hoy es santo, dedicado a nuestro Señor. No os entristezcáis: la alegría que viene del Señor es vuestra fuerza» (Nehemías 8,10).
Todos nosotros, sin excepción, tenemos la misión de custodiar, entender y transmitir la Palabra. Debemos hacerlo con nuestra vida entera ofreciendo nuestra esencia humana ―que proviene de Dios― como instrumento de comunicación. ¿Dónde se custodia la Palabra de Dios? En el corazón del creyente. ¿Dónde se entiende la Palabra de Dios? En la razón. ¿Y cuál es el terreno natural para divulgar la Palabra de Dios? Pues algo tan sencillo como la presencia, la amistad y la cercanía a las personas. Y es así como la Palabra se convierte en eficaz: «Porque la Palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de doble filo: ella penetra hasta la raíz del alma y del espíritu, de las articulaciones y de la médula, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.» (Hebreos 4,12).
¿Y de dónde sale la Palabra viva y eficaz? Sale del silencio, de la contemplación y de la asimilación de un hecho primordial en la historia de la humanidad: La comunicación de Dios con su Creación. Y este hecho sublime, emanado de la misericordia divina, nos ofrecerá a cada uno de nosotros las condiciones para comprender la riqueza que proviene de ese diálogo constante de Dios con su pueblo. Y, al fin, la Palabra es también nuestro diálogo con Dios y la riqueza de este diálogo ―como lo hizo María―, aflora en el momento en que la vives tan profundamente que te das cuenta de que tu vida está en manos de Dios. Entonces lo que sale de ti ya no es tuyo, es de Dios y puedes captar hasta qué punto es eficaz, en ti y en los demás.
Vuestro,