Fecha: 15 de enero de 2023
Estimadas y estimados, el pasado mes de octubre recibimos de la Secretaría del Sínodo el documento de la Etapa Continental titulado «Ensancha el espacio de tu tienda» (Is 54,2). El documento es una oportunidad única para conocer las reflexiones que hemos aportado al Sínodo las comunidades cristianas de todo el mundo durante la fase diocesana. No podemos pasar por alto el altísimo grado de participación de todo el pueblo santo de Dios, que, como dice el Documento, «ha sido superior a cualquier expectativa» (Introducción). Me gusta mucho constatar la gran y positiva agitación que el Sínodo está provocando, aquí en nuestra archidiócesis, y en el mundo entero. Demos gracias a Dios.
El Documento que se recibió ha significado un nuevo estímulo. Porque, cuando pensábamos que ya habíamos hecho nuestra parte, se nos pidió que, en esta etapa continental, volviéramos a reunirnos para orar, reflexionar y discernir juntos la síntesis de todo lo que se ha aportado al Sínodo desde todo el mundo. Nuestra Comisión diocesana para el Sínodo preparó un buen material, que antes de Navidad se repartió en las parroquias y grupos que participaron en la fase diocesana, para facilitar la lectura y orientar el trabajo realizado estos días para responder a las tres preguntas conclusivas. El fruto del nuevo trabajo se presenta este mismo fin de semana al Consejo Pastoral Diocesano. Es nuestra nueva aportación que remacha lo que millones de personas nos han hecho llegar.
Se debe agradecer, al Santo Padre y a quien colabora directamente, la metodología utilizada. Podía parecer lógico que una vez que todas las diócesis habían opinado a nivel mundial, se pasara directamente a un trabajo continental realizado únicamente por expertos. En cambio, se ha querido remarcar que el Documento nos interpela para seguir en camino, sintiéndonos necesitados los unos de los otros en bien de la renovación deseada. También debe agradecerse la aportación de la gran mayoría de las conferencias episcopales que han pedido que en el trabajo se siguiera representando «la variedad del pueblo de Dios: obispos, presbíteros, diáconos, consagradas y consagrados, laicos y laicas» (DEC 108).
Es un movimiento circular, mejor dicho, le veo como un «movimiento sinodal». Haciendo Sínodo estamos aprendiendo sinodalidad. No trabajamos desde la diócesis, parroquia o comunidad y, una vez realizado el trabajo, pasamos a otro tema. Nos alimentamos comúnmente de todo lo que se va haciendo y así potenciamos el diálogo, la complementariedad y el constante intercambio. Esto es lo que el ejercicio del método sinodal nos aporta: las líneas conjuntas que nos hermanan.
Deseo, con vosotros, que esta etapa constituya «un ámbito privilegiado para suscitar una dinámica sinodal que fortalezca las ataduras entre las Iglesias, favorezca la puesta en común de experiencias y el intercambio de dones, y ayude a imaginar nuevas opciones pastorales» (DEC 73).
Pero ni así termina nuestro trabajo. Este «movimiento sinodal» que os he dicho exige seguir trabajando. Cada palabra, cada gesto, cada actitud cuentan. Mantengamos, pues, el ánimo en este camino, sabiendo que el Señor que nos convoca nos tiene preparado un gran regalo.
Vuestro,