El enorme número de fallecidos -con una cifra destinada a aumentar- la destrucción y el sufrimiento de tantas personas han afectado y tocado profundamente a nuestras almas. Es una herida profunda, que en Siria se añade a la de la guerra que lleva 12 años extendiéndose al territorio.
Estamos cerca de la comunidad del Vicariado de Iskenderun, que ha visto destruida su catedral, afortunadamente sin pagar un precio en vidas humanas. Nuestro pensamiento acude al Vicariado de Anatolia, que vive una difícil situación de destrucción. Fijémonos en Alepo, una ciudad que fue martirizada por la guerra en Siria y que ahora vive este nuevo martirio.
Sobre todo nuestro pensamiento y agradecimiento va a aquellos que actualmente están haciendo esfuerzos de socorro, en condiciones muy difíciles, con temperaturas invernales. Nuestra Cáritas Europea se compromete a hacer frente a la emergencia, atender a los heridos, consolar a los que han perdido familiares y a encontrar un techo para los que ya no tienen. Las Iglesias locales ofrecen ya todo tipo de ayuda y acogida, y son un ejemplo brillante al que miramos con admiración.
Con emoción, las Iglesias que existen en Europa se reúnen en torno a las poblaciones afectadas por el terremoto, renovando sus plegarias y anunciando desde ahora todos los apoyos posibles para hacer frente a la emergencia.