Fecha: 18 de febrero de 2024

“Me alegra pensar que el año 2024, que precede al acontecimiento del Jubileo (del año 2025), pueda dedicarse a una gran sinfonía de oración (…), un año intenso de oración, en el cual los corazones se puedan abrir para recibir la abundancia de la gracia, haciendo del Padrenuestro, la oración que Jesús nos enseñó, el programa de vida de cada uno de sus discípulos”. Con estas palabras, el Papa Francisco nos invita a “recuperar el deseo de estar en la presencia del Señor, de escucharle y adorarle”.

Seguramente que muchos recordamos todavía el Gran Jubileo del año 2000, que introdujo a la Iglesia en el tercer milenio de su historia. El Papa San Juan Pablo II lo había deseado mucho, con la esperanza de que todos los cristianos celebráramos juntos los dos mil años del nacimiento de Jesucristo, a quien por la fe confesamos como el Hijo de Dios y Salvador de la humanidad. Ahora nos acercamos a los primeros veinticinco años del siglo XXI, habiendo vivido hace muy poco tiempo una pandemia mundial, en un panorama actual con varias guerras, con crisis ecológica, crisis económica, refugiados que se ven obligados a abandonar sus tierras, hambruna en países subdesarrollados, desafíos como el mundo digital o el buen o mal uso que se puede hacer de la inteligencia artificial. No es nada extraño que en esta situación que nos podría encaminar hacia el fatalismo de pensar que no hay nada que hacer, se alce firme, lúcida y clara la voz de nuestro Santo Padre Francisco y nos impulse más que nunca a mantener encendida la llama de la esperanza mirando al futuro con corazón confiado. Por este motivo eligió el lema Peregrinos de la Esperanza para el Jubileo del año 2025.

Vivamos este año 2024 como un año de preparación espiritual al Jubileo, un año durante el cual tenemos que redescubrir el valor de la plegaria, de la oración en nuestra vida cotidiana, favoreciendo la relación con el Señor, a quien nos dirigimos como los discípulos cuando le decían: “Enséñanos a orar” (Lc 11,1). Jesús, el Hijo de Dios, el verdadero Maestro de oración, con el rezo del Padrenuestro, nos enseña a poner la oración en el centro del anuncio de esperanza que el Jubileo 2025 quiere hacer resonar por todas partes.

Amigos y amigas, que en este año 2024 recemos “con las manos vacías” -como le gustaba decir a Santa Teresa de Lisieux-, con plena confianza y firme esperanza de sentirnos siempre en las mejores buenas manos, las manos de Dios Padre.