Fecha: 30 de junio de 2024
Querido/da joven, hoy te dirijo una segunda carta. Como imagino que la mayoría de los jóvenes disfrutaréis de días de vacaciones y tendréis más tiempo para leer, te recomiendo un texto muy interesante del papa Francisco.
Seguramente alguna vez, con motivo de celebraciones, oraciones, misas familiares, colonias o campamentos, has disfrutado entonando una bonita canción que nos hace repetir por cuatro veces el estribillo: Lloat sigueu, oh Senyor nostre! (¡Alabado seas, mi Señor!). Es una bella oración de San Francisco de Asís: su famoso Cántico de las criaturas. Pues bien, el papa Francisco escribió ya hace unos años una importante y larga carta a la humanidad titulada precisamente Laudato si’ (Alabado seas), tomando prestado este título de la oración franciscana mencionada. Con esta carta, que tiene un enorme impacto mundial, Francisco nos hace un llamamiento urgente a cuidar, proteger y amar a nuestra tierra, con todos los seres que la habitan.
El Santo Padre nos recuerda que la tierra es la «casa común» de la humanidad, la casa de todos y todas. Es como una «madre» que, como dice la canción mencionada de Sant Francesc, «nos sostiene y gobierna». La tierra no es un mero «objeto», resultado ciego de la casualidad, del azar o del caos posterior a una explosión. Es el fruto de un acto amoroso de su Creador. Es un extraordinario regalo del Padre, para que lo compartamos fraternalmente y disfrutemos responsablemente. Pero no como los amos ni los dominadores: se nos ha dado para que lo administremos con sabiduría, en beneficio de todos los seres vivientes y de las generaciones futuras.
Pero todavía hay más. Dios ama tanto a este mundo que, Él mismo, en Jesucristo, se ha inserido en él para siempre.
Desgraciadamente, como bien sabes, nuestro planeta está gravemente herido, a causa del abuso y expolio por parte de los humanos: contaminación, desechos, sobreexplotación de recursos… Los efectos de este maltrato son graves, como por ejemplo la pérdida de biodiversidad y el cambio climático, que ponen en peligro a millones de personas. Las agresiones ambientales las sufren especialmente las personas y los países más pobres. La crisis ambiental es, pues, una crisis social, porque «el ambiente humano y el ambiente social se degradan juntos».
Ante esta situación, el papa Francisco nos reclama un «cambio de rumbo» para salir de la espiral de la autodestrucción y dar paso a una ecología integral, que sea a la vez económica, social y cultural para volver a la armonía con la naturaleza y todas las criaturas. Debemos cambiar nuestro estilo de vida, lejos de la aceleración enloquecida y del consumismo feroz actual. Y esto solo será posible si somos capaces de un cambio en nuestro corazón: una «conversión ecológica», personal y comunitaria, basada en la simplicidad, la sobriedad, la humildad, la capacidad de admiración y contemplación, la gratitud y la gratuidad.
Querido/da joven: tú puedes ser protagonista principal y promotor de este «cambio de rumbo». Ahora que tendrás vacaciones de verano, te animo mucho a leer con atención esta larga carta del papa Francisco, a meditar sus palabras y, desde aquí, avanzar juntos hacia una conversión ecológica integral. ¡Ánimos, coraje y adelante!