Fecha: 1 de septiembre de 2024

Queridos diocesanos:

Es una costumbre muy antigua entre personas saludar con tono optimista ante una nueva etapa de la vida. También suele ocurrir con los cursos pastorales cuyo inicio se da durante los primeros días de septiembre, Cuando lo hacemos entre individuos, el saludo es muy cordial con un «¡hola!, ¿qué tal te va?, te veo mucho mejor; parece que los años no pasan por tu vida…» u otras muchas afirmaciones, preguntas o dudas positivas que dirigimos a los amigos o conocidos. En el caso de las instituciones, el caso es mucho más complejo porque tanto las preguntas como las respuestas admiten matizaciones diversas y, en ocasiones, contradictorias. Repasamos el período anterior con sus aspectos positivos y negativos como una especie de examen de conciencia colectiva y programamos el nuevo período. Siempre tratamos de mejorar las actitudes y las actividades.

En el caso de nuestra diócesis recordáis que el curso pasado se centró todo el trabajo pastoral en seguir las orientaciones del Sínodo de los Obispos con los materiales enviados por la Secretaría General y coordinados por la Conferencia Episcopal Española. Nosotros participamos enviando una síntesis extraída de las opiniones de los diversos grupos diocesanos que participaron. Todo para colaborar y afrontar la última sesión de trabajo que tendrá lugar en Roma durante las cuatro semanas del próximo mes de octubre. Hubo varias reuniones de sacerdotes, de miembros de la Vida Consagrada y de laicos que ayudaron a sensibilizar a la comunidad diocesana sobre las propuestas sinodales y sobre la revisión y programación de los objetivos y actividades del nuevo curso.

El período que ahora iniciamos tiene dos características importantes referidas a toda nuestra Iglesia: el final del Sínodo y el anuncio del Jubileo del año 2025.

Respecto a la primera, el final del Sínodo, ya lo hemos dicho todo y la diócesis ha presentado su síntesis. Respecto a la segunda, el Jubileo, dimos una referencia inicial en el comentario dominical del pasado 9 de junio con motivo de la bula de convocatoria firmada por el papa Francisco a mediados del mes de mayo con el título general de Peregrinos de la esperanza. En aquel escrito dominical animaba a la lectura de la bula del Papa por ser un texto que lo leerán millones de católicos y porque su contenido es muy apropiado para estos tiempos de incertidumbre y confrontación haciendo referencia a las palabras y gestos de los Apóstoles en su continua predicación y continuando con un repaso a los escritos de la propia Iglesia durante tantos años.

La palabra esperanza recorre todo el documento de la convocatoria y pone ejemplos de cómo muchos cristianos han preferido morir a utilizar su fe como estilete contra los que piensan o creen de forma distinta a la propia. El Jubileo es un acontecimiento de petición de perdón a Dios y a los hermanos, de mucha alegría por la gratitud presente en el camino de la paz y por la significativa esperanza que abre al futuro de todos los creyentes y las comunidades. Entenderéis que nuestra diócesis no puede quedar al margen de este provechoso acontecimiento. Por ello las propuestas que formulemos para todos tendrán que ver con la dinámica del Jubileo aunque debamos reproducir nuevas sugerencias e iniciativas que muchos asistentes realizaron en la Asamblea Diocesana y que resultaron muy bien acogidas por los presentes. La próxima semana trataremos de describir los contenidos de las mencionadas propuestas. Son como dos momentos de información general que todos deben saber y aplicar en la vida personal y comunitaria. El resultado del trabajo tiene una impronta grupal porque han participado muchos de nuestras comunidades. Aceptadlo con coraje y entusiasmo. Es una buena oportunidad para la renovación de nuestras parroquias y para el fomento de la corresponsabilidad eclesial.

Con mi afecto y bendición.