Fecha: 10 de noviembre de 2024
El próximo sábado 23 de noviembre, en la basílica de la Sagrada Familia de Barcelona, tendrá lugar la beatificación de dos mártires de los inicios de la guerra civil. Se trata del Sr. Antoni Tort Reixachs, fiel laico de Barcelona, y de Mn. Gayetà Clausellas Ballvè, presbítero de Sabadell. Quisiera referirme especialmente hoy a la figura de Mn. Clausellas.
Mn. Gaietà Clausellas fue un presbítero cuya vida nos puede pasar desapercibida. Es uno de los muchos presbíteros que siguieron la llamada de Jesús dedicando su vida al servicio de Dios a través del servicio a las personas, allí donde su obispo en cada momento los ha destinado. No destacó en nada especialmente, ni por su oratoria ni por sus escritos ni siquiera por las obras que realizó en vida. Podemos decir que fue un humilde servidor de Dios que en el ejercicio de su ministerio sacerdotal hizo presente el amor y la misericordia de Dios, con humildad, caridad y discreción, dando muchos frutos.
Nació en la ciudad de Sabadell, el 29 de agosto de 1863, siendo el cuarto hijo del matrimonio formado por Vicenç Clausellas y Maria Ballvè. A los 12 años ingresó en el Seminario de Barcelona y recibió la ordenación sacerdotal el 26 de mayo de 1888. Celebró su primera misa en la parroquia de la Purísima de Sabadell. Fue nombrando sucesivamente vicario en Olesa de Montserrat y en Vilanova i la Geltrú y en 1898 fue destinado como vicario a la parroquia de Sant Fèlix de Sabadell, colaborando especialmente en la Trinidad, que entonces era una tenencia parroquial. Conoció y mantuvo amistad con el Dr. Josep Guardiet, también beatificado como mártir, con el Dr. Sardà y Salvany, fundador de la Academia Católica y la Residencia de las Hermanitas de los Desamparados y con el Dr. Lluís Carreras, escritor, periodista e intelectual cristiano, todos ellos presbíteros también como él.
En 1916 fue nombrado capellán de la Residencia de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, dedicándose en cuerpo y alma a la atención de los enfermos y los pobres en toda la ciudad. Al estallar la guerra civil le ofrecieron huir, pero él prefirió quedarse a cuidar a los enfermos y la gente mayor. El 14 de agosto de 1936 fue asesinado en la carretera de Matadepera, donde actualmente un monolito conserva su memoria. En 1957 sus restos fueron trasladados a la parroquia de San Félix en un acto de gran devoción popular y concurrencia masiva.
Mn. Clausellas fue hombre al que le tocó vivir en una de las épocas más convulsas de nuestra historia más reciente, siendo una de las víctimas inocentes de este período tan agitado y tensionado que ha sido la primera mitad del siglo XX. Él, sin tener ningún protagonismo especial, supo dar respuesta a las inquietudes y desafíos de cada momento. Sin hacer ruido, con respeto, poniendo en práctica lo que había recibido de Dios, el amor, el perdón, el servicio, la fraternidad.
La Iglesia le reconoce como mártir, es decir, como testigo de la fe en grado elevado, porque no se reservó ni siquiera su vida, sino que la entregó a causa del odio a la fe de otros. Un mártir es un testigo y un ejemplo. Un ejemplo de vida sacerdotal que puede alumbrar también nuestros tiempos con su humildad creativa. Con su capacidad de servicio y respuesta a las personas y a las situaciones desde el amor de Dios sin temer las consecuencias que esto le pueda acarrear.