Fecha: 26 de enero de 2025
Casi todos llevamos un móvil encima. Lo utilizamos para comunicarnos, informarnos, orientarnos, entretenernos e incluso para perder el tiempo. Una de las posibilidades de esta herramienta de comunicación es ponerla al servicio de nuestra vida de fe. ¿Saben que existen aplicaciones en el móvil que nos facilitan la lectura y el estudio de la Palabra de Dios en nuestro día a día? Sí, podemos descargarnos la Biblia o recibir los textos de la Palabra de Dios de la liturgia de cada día con algún comentario. ¿Por qué no ponemos el móvil al servicio de una mejor comunicación con Dios? Quizás no nos llame, pero seguro que nos habla.
Hay un tesoro escondido en la Palabra, un tesoro que da sentido, fortaleza y esperanza a los cristianos de todos los tiempos y en todas las circunstancias; ¿nos lo perderemos? La Sagrada Escritura es una colección de libros fascinante; narra la historia de la salvación a través de la historia de Israel y sobre todo nos dispone para comprender la novedad de Jesucristo, su buena noticia. Los Evangelios han hecho cambiar, mejorar y ofrecer la mejor versión de sí mismos a millones de personas… es la clave para “la santidad de la puerta de al lado”. Nos revela quién es Dios y quiénes somos nosotros. Hasta el Rosario está basado en la Palabra del Evangelio. Cómo es de importante dejarnos transformar por esta Palabra de amor y misericordia.
Jesús encarna la misericordia del Padre. Jesús dice de sí mismo que en su persona se concentra y se cumple toda la Escritura, la Ley, los profetas, los libros sapienciales, todo converge en Jesús de Nazaret. Jesús ofrece a todos entrar en comunión con él a través del seguimiento: confiando en su persona y recibiéndola como la buena noticia donde encontrar respuestas, orientación y algo que lo resume todo: VIDA.
En cada eucaristía la Palabra es proclamada, anunciada y escuchada…Sí, pero ¿recibida? Detengámonos unos instantes en las palabras de Isaías elegidas por Jesús para su presentación en público, su eje programático. Si queremos recibir al Maestro debemos hacerlas nuestras y extraer las consecuencias. “Me ha enviado para, anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista; para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor”. Estamos en año de gracia, Jubileo de la esperanza. ¿Cómo recibimos este programa de vida? ¿Cómo reencontrar la luz de la gracia redentora en nuestra mirada? Haciendo vida las palabras de Jesús.
Con motivo del Domingo de la Palabra nos preguntamos: ¿cómo cuidaba Jesús su espiritualidad y su experiencia de Dios? Estaba hecha de tiempo con el Padre, de lectura meditada de la Palabra, de sinagoga, de adoración, diálogo, silencio y ejercicio de la misericordia. Jesús encuentra su identidad, su programa de vida y misión en la Palabra. Hacedlo vosotros con todos los medios a vuestro alcance. Ya me contaréis como os cambia la vida. ¡Adiós!