Fecha: 9 de febrero de 2025
Un año más hacemos difusión de la iniciativa de la organización MANOS UNIDAS que se desarrolla en el segundo domingo de febrero como una jornada dedicada a la lucha contra el hambre en el mundo. Lo lleva haciendo desde hace 65 años cuando un grupo de mujeres de Acción Católica se comprometió en esta tarea que afecta a millones de personas en todo el planeta. Es el momento cumbre de una tarea de los distintos grupos diocesanos y los servicios centrales, que se prolonga durante todo el año sensibilizando, viajando, estudiando proyectos, participando en eventos de caracteres similares con tal de ayudar a los más necesitados.
En nuestra diócesis hay un equipo entusiasta que lleva esta iniciativa a todos los lugares, parroquias, centros de enseñanza, instituciones diversas, comercios y organizaciones empresariales. Es notorio su modo de proceder y agradecemos su constante dedicación. Reparten folletos, explican la campaña, se organizan en pequeños grupos para conseguir grandes ayudas. Nuestra colaboración hará disminuir con seguridad este inmenso problema en el mundo actual.
El lema de la campaña COMPARTIR ES NUESTRA MAYOR RIQUEZA muestra con rotundidad el espíritu de las palabras de Jesús cuando anunciaba la fraternidad, el olvido de uno mismo, el amor hacia todos. Hay una frase en nuestra liturgia que responde con claridad a esta aparente paradoja: Cristo se hizo pobre para enriquecernos. Los cristianos lo aprendemos desde pequeños, necesitamos de forma permanente que alguien nos los recuerde para hacerlo vida. Procuramos no quedarnos sólo en palabras, en discursos o en lecturas. Queremos hacer realidad nuestro compromiso con los que más sufren. Las guerras y conflictos, las desgracias naturales, los egoísmos de pueblos y naciones alimentan el caudal de la pobreza y del hambre. Hoy se nos pide compartir lo nuestro con los demás. Que nuestra propia riqueza no se convierta en un escudo que impida ver los males ajenos. El término compartir ya es y genera de por sí abundantes bienes para los que nos rodean o viven en países lejanos.
Las palabras del papa Francisco en la convocatoria del Jubileo del 2025 nos impulsan a abrir nuestros ojos a toda la humanidad sufriente; nos dice “Todos esperan. En el corazón de toda persona anida la esperanza como deseo y expectativa del bien, aun ignorando lo que traerá consigo el mañana” (La esperanza no defrauda, núm. 1). Es una mirada universal.
La forma de trabajo de MANOS UNIDAS se basa en proyectos promovidos, realizados y evaluados. Cada grupo diocesano se compromete y se decide por un proyecto que se acomode a los resultados de la posible recaudación. Nuestra delegación ha elegido este año los siguientes dos proyectos: Fortalecimiento y formación laboral a mujeres en riesgo de exclusión en Tánger, con un importe de 14.325 euros. También Desarrollo sostenible de familias campesinas y grupos vulnerables en Guantánamo, Cuba con un importe de 28.619 euros. Recordad que el año pasado los proyectos se desarrollaron en el Líbano (atención sanitaria a refugiados) y en el Camerún (dotación de agua potable para barrios y hospital en Fiango.
Nos satisface que el compromiso de los cristianos no decaiga nunca y que el mandato universal de Jesús se haga una potente realidad en nuestros grupos sociales del mundo occidental donde la riqueza es más visible y el compartir un deseo más que realizable. Os agradezco vuestra colaboración económica y vuestra participación en las cenas, charlas, encuentros y actos litúrgicos que adornan esta afortunada iniciativa.