Fecha: 23 de febrero de 2025

Hace unos quince días que tuvo lugar en Madrid el Congreso de Vocaciones organizado por la CEE. Fue una gozada compartir un fin de semana con casi 3000 participantes y, sobre todo, con el Equipo diocesano compuesto por 22 personas que representan las diferentes vocaciones para la misión que vivimos en nuestra Iglesia diocesana. Fue un fin de semana para recordar la importancia de pasar del yo y el tú al nosotros, del nosotros de la familia, del presbiterio, de la congregación, del movimiento, al nosotros de la Iglesia que siempre es una Iglesia particular, una diócesis en comunión con el resto de diócesis bajo la guía del obispo de Roma.

Sentimos que las comunidades de nuestra diócesis vinisteis con nosotros y que íbamos también en vuestro nombre.En cada diócesis se concreta y despliega la catolicidad de la Iglesia. Hemos recordado la importancia de volver a la fuente de la identidad que nos une: el bautismo, donde todo comienza. Y sobre todo hemos coincidido en afirmar que la primera vocación común a todos los bautizados es la vocación a la vida, al servicio de la vida y al servicio de Dios y de su Pueblo en la diversidad de ministerios y carismas. Vimos el inseparable nexo que hay entre vocación y misión, entre Iglesia misionera e Iglesia vocacional. Durante el Congreso vivimos mucha comunión, hemos compartido y aprendido. Seguiremos compartiendo con la diócesis lo aprendido. Ahora toca apoyar al Equipo diocesano de pastoral vocacional para que puedan aterrizar en propuestas concretas lo que antes, durante y después del Congreso,ellos y ellas veníantrabajando.En uno de los talleres nos evocaron la imagen de Dios que sueña y propone un proyecto de vida para cada persona. Pienso en la imagen de Hechos 2, 17 como diócesis que se proyecta con esperanza, queremos animar a los jóvenes a soñar tener visión de futuro, a que sueñen, y a nuestrosancianos, a profetizar.

Dios quiera que seamos capaces de ir dando pasos, sin prisa, pero sin pausa, para asentar en nuestra Iglesia la cultura vocacional. Estamos barruntando tres posibilidadesconcretas que todavía no toca desvelar por una razón. Durante un rato de oración en silencio ante el sagrario el domingo en la mañana, caí en la cuenta de que estaba contando a Dios mis preocupaciones y prioridades; pero que no estaba dejando espacio para escuchar las suyas, lo que Dios me quisiera contar. Por eso necesitamos ahora un tiempo de trabajo y oración para que escuchemos la voz de Dios que acompaña a Su pueblo y nos ayudará a nacer de nuevo en el Espíritu, alumbrando nuevos caminos para transmitir el fuego vocacional.