Fecha: 9 de marzo de 2025

Estimadas y estimados. Esta semana hemos iniciado el tiempo de Cuaresma, un período de preparación especial para la Pascua en el que la Iglesia nos invita a practicar tres acciones esenciales: la limosna, la oración y el ayuno. Es importante señalar que este ayuno implica abstenernos de algo con el fin de ayudar con mayor generosidad a los necesitados. Así lo expresa uno de los Prefacios de la Misa de este tiempo cuaresmal, cuando dice: «Porque [Señor] tú deseas que nosotros, pecadores, agradezcamos tus dones con privaciones voluntarias, que moderen nuestro afán de autosuficiencia, beneficien a los pobres y nos hagan imitadores de tu gran bondad».

Observad cómo este espíritu penitencial está muy presente en todas las disposiciones del Año Jubilar. Como afirma el Papa Francisco, al practicar las obras de misericordia y de penitencia durante el Año Jubilar, «estamos llamados a ser signos tangibles de esperanza para tantos hermanos y hermanas que viven en condiciones de penuria» (Spes non confundit, n. 10). Así, los fieles pueden obtener el don de la Indulgencia jubilar mediante la práctica de las obras de misericordia y de penitencia, especialmente con aquellos hermanos que sufren diversas carencias, testimoniando así su conversión.

Del mismo modo, los fieles podrán recibir la Indulgencia jubilar si visitan durante un tiempo a hermanos que se encuentran en situación de necesidad o dificultad: enfermos, presos, ancianos en soledad, personas con capacidades diferentes… Estas obras de misericordia implican, en realidad, emprender una peregrinación hacia Cristo presente en ellos (cf. Mt 25, 34-36). En cualquier caso, también es necesario cumplir las condiciones espirituales, sacramentales y de oración habituales.

La Indulgencia plenaria jubilar podrá obtenerse asimismo mediante iniciativas que fomenten el espíritu penitencial de manera concreta y generosa, redescubriendo en particular el valor penitencial del viernes. Esto puede consistir en abstenerse, en espíritu de penitencia y al menos por un día, de distracciones banales —tanto reales como virtuales, como aquellas inducidas por los medios de comunicación y las redes sociales— y de consumos superfluos, por ejemplo, ayunando o practicando la abstinencia según las normas generales de la Iglesia y las disposiciones de los obispos. Además, se podrá obtener la Indulgencia mediante la donación de una cantidad proporcional de dinero a los pobres, el apoyo a obras de carácter religioso, caritativo o social, especialmente aquellas dedicadas a la defensa y protección de la vida en todas sus etapas y su calidad, la ayuda a la infancia abandonada, a los jóvenes en dificultades, a los ancianos necesitados o en soledad, o a los migrantes «que abandonan su tierra en busca de una vida mejor para ellos y sus familias» (Spes non confundit, n. 13). También dedicando parte del propio tiempo libre a actividades de voluntariado de interés para la comunidad o a otras formas similares de compromiso personal.

 

Vuestro,