Fecha: 9 de marzo de 2025

Cada año recibimos el mensaje del papa Francisco para ayudarnos a vivir alguna dimensión de la Cuaresma. También son muchos los obispos que a título personal o con otros obispos, escriben a sus comunidades con motivo de la Cuaresma. Por ejemplo, este año los obispos de las diócesis de Euskadi y Navarra acaban de publicar una carta pastoral sobre las relaciones entre Iglesia y sociedad que os invito a leer.

Yo no tengo una carta porque en realidad mi primera Cuaresma la prefiero dedicar a dejarme convertir por Dios y por vosotros, Su Pueblo. Pero aprovechando este espacio me gustaría invitaros a que este año jubilar nos fijemos en algo que puede devolvernos la esperanza. Una llamada que es también un rasgo fundamental en la personalidad, en el ser y actuar de Jesús. Me refiero a la «conversión de las relaciones». La transformación de las relaciones. Ojalá nos regalemos durante estas semanas el tiempo necesario para repasar con qué, con quiénes y cómo nos relacionamos. Empezando por el chequeo de nuestra relación con el Dios de Jesús, evidentemente. Pero al mismo tiempo, pensemos qué nivel y tipos de relaciones establecemos dependiendo de quien tengamos delante o de nuestros contextos.

Mediante una lectura reposada de los relatos evangélicos de la liturgia, ¿por qué no aprender de Jesús a reajustar nuestras relaciones? Con Dios, con los otros, con uno mismo, con la Creación.

En el Evangelio aprendemos que el secreto de su actividad es la oración y su relación con el Padre. Vemos la delicadeza de Jesús en el trato con conocidos y desconocidos. Conocemos su empatía, respeto, su compasión y cómo sabe dar y ofrecer espacio a los otros. Jesús muestra sus emociones sin miedo, acoge las flaquezas y confía en las capacidades para los cambios positivos, recuerda la importancia del perdón que sana las relaciones y abre al futuro.

Quizás vivamos relaciones malsanas, dependientes o adictivas que nos roban la libertad y la paz. Revisemos también cómo nos relacionamos entre varones y mujeres, entre laicos y clérigos, cómo nos situamos ante la diversidad cultural, las narrativas o informaciones interesadas o tóxicas. Cómo nos situamos en los espacios comunes en la sociedad civil o política. Si nos dejamos afectar o no y reaccionamos o no ante el dolor ajeno y las heridas del mundo.

En definitiva, os invito a llevar la vida a la oración y a Dios a la vida. Me invito y os invito a reforzar la relación con Jesucristo, de corazón a Corazón. Buena y Santa Cuaresma.