Fecha: 16 de marzo de 2025

En nuestra diócesis tenemos un solo seminarista. Eso no significa que no tengamos vocaciones; tenemos miles que ya están realizando un servicio eclesial en la vida laical, consagrada o como ministros ordenados. Juntos queremos despertar la conciencia de una cultura vocacional. La diócesis no está dormida, está sembrando esperanza. Tras el Congreso de las Vocaciones seguimos trabajando para poner en marcha un Servicio Diocesano de Pastoral Vocacional. En lugar de maldecir la oscuridad, encendemos luces. Nos dejamos alumbrar por el Espíritu y hacemos lo que podemos para suscitar vocaciones entre todos los bautizados. Para que las que Dios quiera y espera, las que esperamos y necesitamos, sean también vocaciones sacerdotales. Oramos y trabajamos cada día por las vocaciones sacerdotales y los seminaristas.

Como San José, dejemos que Dios nos hable por medio de nuestros sueños. ¿Qué sueñan hoy los jóvenes para su futuro? Nosotros soñamos que Dios suscitará “hijos de la promesa”. Desde la transversalidad cuidaremos la familia y la vida, la transmisión de la fe, la experiencia de Dios, la pastoral con jóvenes, el testimonio de la caridad y de la santidad de la puerta de al lado. Hoy felicitamos a nuestro valiente seminarista y a sus compañeros.

Dios quiera que el año que viene por estas fechas las semillas de esperanza comiencen a dar fruto. Y si hemos de esperar, esperaremos, ya lo decía Joana Raspall: “¿Podríamos vivir sin esperanza? ¡No! Es la esperanza la que nos hace vivir”.

Tenemos esperanza en el Señor y en el futuro.  Que su Espíritu abra los corazones de algunos jóvenes a la estima y valoración de la hermosa vocación pastoral que constituye el ministerio sacerdotal, una vida profundamente humana por la entrega al proyecto de Dios para hombres y mujeres que pueblan hoy nuestros pueblos y ciudades.

¿Quién se ocupará de llevar esperanza al mundo y a nuestras comunidades? ¿Quién ungirá, sanará, santificará, predicará, guiará y acompañará? Les estamos esperando. Vale la pena jugarse la vida por el Señor Jesús. Permanezcamos con Él para dar fruto.