Fecha: 23 de marzo de 2025

Estimados hermanos y hermanas, amigos y amigas:

El próximo viernes celebramos en nuestras diócesis 24 horas para el Señor. No se trata únicamente de una fecha o de una jornada concreta más que se marca en el calendario, sino que se trata de un momento que puede cambiar el sentido del mundo, de la vida, de la fe…

Adorar supone poner en orden el corazón, abandonarte a la ternura inenarrable de Dios, guardar silencio ante su presencia, dejarte hacer por Él para que sea lo que Él quiera, redescubrirte amado hasta el extremo, romper cualquier distancia para saberte cerca de los hermanos y situar sus planes por encima de los tuyos hasta el punto de ser solamente suyo.

Si fuésemos plenamente conscientes del poder de la oración ante la presencia del Santísimo Sacramento, no necesitaríamos más caminos que su amor para sabernos siempre en su Casa, en las profundidades de su Costado, en su intimidad más sagrada. Y aunque 24 horas para el Señor nunca son suficientes para todo lo que Él se merece, abrirnos al Misterio de su presencia le coloca en el primer puesto de nuestra vida ante todo lo demás (cf. Mt 4,10).

«Adorar es guardar silencio ante la Palabra divina, para aprender a decir palabras que no duelen, sino que consuelan», recordó el papa Francisco durante su homilía pronunciada en la solemnidad de la Epifanía del Señor del año 2020. Adorar «es encontrarse con Jesús sin la lista de peticiones, pero con la única solicitud de estar con Él». Porque, al fin y al cabo, la adoración «es un gesto de amor que cambia la vida», confesó el Santo Padre.

Al hilo de estas palabras, las cuales nos recuerdan que en la adoración eucarística reconocemos a Dios realmente presente en la Eucaristía, sólo cabe el silencio, ponerse de rodillas y permanecer callado ante tanto consuelo derramado; con esa actitud de quien se siente enamorado y sólo necesita mirar a la persona amada para saber que esa decisión es la única que le hace plenamente feliz.

Te animo, pues, a que recemos juntos, cada uno allí donde estemos, estas 24 horas para el Señor donde, sin duda alguna, Él tendrá algo especial que decirte. Él te espera, como cada día, en el Pan de Vida, donde está presente en el Santísimo Sacramento, que contiene verdadera, real y sustancialmente el Cuerpo y la Sangre, juntamente con el alma y la divinidad, de nuestro Señor Jesucristo (Cf. Conc. Trento, sesión XIII, cap. 8). Déjale entrar en ti y que transforme cada detalle de tu vida con su eterno e insuperable amor.