Fecha: 6 de octubre de 2024
Estimado amigo y amiga, el Papa Francisco nos ha dirigido un mensaje cautivador con motivo de la 110.ª Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado que se celebra hoy domingo, 29 de septiembre.
El Santo Padre, que lleva en su corazón a los migrantes y refugiados desde el primer día de su pontificado: él que no para de ir a las periferias geográficas de nuestro mundo -un mundo a menudo tan autosuficiente y a la vez un mundo donde muchos hermanos nuestros son descartados injustamente-; él que empezó visitando a los migrantes y refugiados en Lampedusa; él que hace pocos días realizó su viaje apostólico más largo, visitando Indonesia, Papúa Nueva Guinea, Timor Oriental y Singapur; él que ha palpado las heridas de tantos hermanos de todo el mundo; él, en efecto, alza hoy su voz y nos dice: “Dios no sólo camina con su pueblo, sino también en su pueblo, en el sentido de que se identifica con los hombres y las mujeres en su caminar por la historia ―especialmente con los últimos, los pobres, los marginados―, como prolongación del misterio de la Encarnación”.
Ciertamente, a lo largo del camino de nuestras vidas, el Señor nos sale al paso y se hace el encontradizo en los hermanos migrantes y refugiados. En ellos está Cristo que “llama a nuestra puerta hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo y encarcelado, pidiendo que lo encontremos y ayudemos» (Homilía de la Santa Misa para los participantes en el encuentro “Libres del miedo”,, Sacrofano, 15 febrero 2019). A lo largo del camino, en cada encuentro con un hermano migrante y refugiado encontramos, pues, una oportunidad para el encuentro con Jesucristo.
Estimado amigo y amiga: “caminemos juntos llenos de esperanza”, estamos diciendo desde hace semanas en nuestra diócesis, preparándonos para participar activamente en el encuentro sinodal diocesano que tendrá lugar el sábado 19 de octubre en el Seminario de Tortosa. Sí, caminemos juntos, pero hagámoslo no de espaldas a nuestros hermanos que han tenido que abandonar su tierra. Caminemos juntos llenos de esperanza porque Dios camina con su pueblo y nos recuerda que mientras vivimos aquí en la tierra todos somos como peregrinos que no debemos olvidar que tenemos nuestra ciudadanía en el cielo y no nos tenemos que constituir en amos de la porción del mundo que Dios nos ha dado como hogar temporal.
Te invito, amigo y amiga, que hagas tuya hoy esta cautivadora oración del Papa Francisco:
“Señor, ayúdanos a no dejar nunca de caminar junto con nuestros hermanos y hermanas migrantes hacia la morada eterna que tú nos has preparado. Abre nuestros ojos y nuestro corazón para que cada encuentro con los necesitados se convierta también en un encuentro con Jesús, Hijo tuyo y Señor nuestro. Amén.”