Fecha: 28 de julio de 2024
Estimado abuelo, estimada abuela, estimados mayores: el Papa Francisco te ha escrito una carta. De hecho, nos dirige su carta a todos. Lo hace cada año con motivo de la Jornada Mundial de los abuelos y de los mayores. Este año es la cuarta vez que tiene lugar esta Jornada y se celebra hoy domingo, 28 de julio.
Quiero que sepas que el Santo Padre está contigo y reza por ti. Y él nos invita a que no dejemos de mostrar nuestra ternura a los abuelos y a los mayores de nuestras familias. Durante estos días de julio y agosto, durante estos días de vacaciones para mucha gente, podemos disponer quizás de algo más de tiempo para visitarte, sin mirar demasiado el reloj, y escuchar tu gran sabiduría de vida, tus experiencias, tu fe vivida a lo largo de tantos años, las pruebas que también has pasado en la vida, los momentos que has vivido con gozo, en definitiva, el relato del paso de Dios por tu vida. ¡Vale mucho la pena! Estar a tu lado, abuelo, abuela, persona mayor, es estar en una magnífica escuela de vida.
Tú abuelo, tú abuela, tú persona mayor, nos enseñas a los más jóvenes que estamos siempre en manos del Señor. ¡Gracias por tu espléndido testimonio de vida cristiana! Gracias por tu larga vida a pesar de que ahora quizás sufres dificultades comprensibles de salud, o tal vez experimentas que pierdes autonomía, que necesitas constantemente atención y cuidados por parte de gente más joven, ya estés en tu casa, en tu hogar familiar, o en una residencia de gente mayor.
En la carta que te ha escrito el Papa Francisco con motivo de esta IV Jornada Mundial de los abuelos y de los mayores, nos recuerda que en los salmos encontramos esta sentida súplica al Señor: «No me rechaces en el tiempo de mi vejez» (Salmo 71,9). Es una expresión fuerte, muy cruda. De hecho, mirando a nuestro alrededor a menudo vemos que, como dice el Santo Padre, «la soledad es la amarga compañera de la vida de los que como nosotros son mayores y abuelos. Siendo obispo de Buenos Aires, muchas veces tuve ocasión de visitar residencias de ancianos y me di cuenta de las pocas visitas que recibían esas personas; algunos no veían a sus seres queridos desde hacía muchos meses».
«La soledad y el descarte de los mayores no son casuales ni inevitables», según advierte el Papa Francisco. Cómo él señala al final de su lúcida carta, «estando cerca de los ancianos, reconociendo el papel insustituible que estos tienen en la familia, en la sociedad y en la Iglesia, también nosotros recibiremos muchos dones, muchas gracias, muchas bendiciones.»
Estimado abuelo, estimada abuela, estimados mayores: ojalá que todos hagamos caso de la invitación que nos hace el Santo Padre al final de su carta, para que «A la actitud egoísta que lleva al descarte y a la soledad contrapongamos el corazón abierto y el rostro alegre de quien tiene la valentía de decir “¡no te abandonaré!”.»