Fecha: 25 de octubre de 2020
Inicio hoy esta carta con un título que es también el lema escogido este año para la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, y con el que el papa Francisco nos invita a abrir los ojos ante uno de los dramas actuales más acuciantes: la situación de los desplazados internos, es decir, de las personas que deben abandonar sus hogares, forzadas por un entorno hostil, y que se ven obligadas a migrar hacia otras regiones del país para sobrevivir.
Muchas personas se mueven por necesidad con el fin de encontrar una oportunidad de seguir adelante en otro lugar del país. Otros cruzan fronteras, huyen del hambre, de la guerra, de los desastres naturales…, todos buscan desesperados seguridad y una vida digna. Están desconsolados, pero Jesús camina a su lado, no los abandona. Un Jesús que ya de pequeño sufrió la experiencia de verse obligado a huir a Egipto para salvar la vida ante la persecución de Herodes.
La Iglesia de Barcelona es sensible a esta realidad presente en las comunidades, barrios, pueblos. Desde la Iglesia no queremos quedarnos solo con los números y las cifras que reflejan una realidad que nos horroriza, sino que queremos ver los rostros de las personas. Unas personas que forman parte de nuestro entorno. Si llegamos a conocer sus historias, conseguiremos comprenderlas, como bien dice el papa Francisco. Pero esto a menudo nos cuesta.
El confinamiento que hemos sufrido y las graves consecuencias económicas que está provocando ha dado lugar a que muchas personas, que ya vivían en situaciones legales y laborales muy precarias, no tengan los recursos básicos para vivir con dignidad. Muchos hermanos nuestros, la mayoría procedentes de otros países, ahora son más vulnerables. Es cierto que hemos visto mucha solidaridad con diferentes iniciativas sociales desde muchas entidades y también de personas a título individual, pero creemos que la situación se agravará en los próximos meses.
Puede ser un buen momento para intensificar la oración, la creatividad y el servicio a los más pobres. Esta es precisamente una de las orientaciones del Plan Pastoral Diocesano «¡Salgamos!», que queremos vivir durante este curso. Hoy, más que nunca, necesitamos poner en práctica los cuatro verbos con que nos interpela el papa Francisco: «acoger, proteger, promover e integrar».
Este domingo, a las seis de la tarde, celebraremos una Eucaristía en la Catedral con la presencia de diversas comunidades agrupadas en “Caminamos juntos en la diversidad”, un colectivo vinculado a la Pastoral Social y Caritativa de la archidiócesis que nos quiere ayudar a reconocer y a amar la diversidad existente en el seno de la Iglesia, y a trabajar en la acogida e integración de migrantes y refugiados en nuestras comunidades parroquiales.
Queridos hermanos y hermanas, en el trato que damos a los hermanos migrantes y refugiados nos jugamos no solo nuestra salvación, sino también nuestra credibilidad como seguidores de Jesucristo. Que Santa María, que sufrió el dolor de quien tiene que huir de su tierra, nos ayude y nos impulse a hacerlo.