Fecha: 11 de septiembre de 2022
El hecho de que este año la Diada del 11 de septiembre coincida en domingo me hace reflexionar sobre la misión de la Iglesia al servicio del pueblo de Catalunya. La Iglesia católica se pone al servicio de cada pueblo en el que está arraigada, de acuerdo con las circunstancias de cada lugar y de cada momento. El Concilio Vaticano II nos propone una visión de la Iglesia que, a imitación de Jesucristo, sea pobre y servidora de todos, sobre todo de los pobres (cf. Lumen gentium, 8).
El Catecismo de la Iglesia nos pide que seamos buenos cumplidores de nuestros deberes cívicos, con responsabilidad y participación. La participación es el generoso compromiso con la sociedad. Conviene que todos, cada uno desde su lugar y función, participemos en el fomento del bien común. Depende de nosotros que las generaciones futuras vivan con esperanza.
El 21 de enero de 2011 se hizo público un documento de los obispos de las diócesis con sede en Catalunya titulado Al servicio de nuestro pueblo, donde leíamos: «Como pastores de la Iglesia, manifestamos nuestro profundo amor por el país y nos ponemos a su servicio, porque sentimos la urgencia de anunciarle la persona de Jesucristo y su Reino, que son para nosotros el tesoro más grande que tenemos» (n. 4).
La Iglesia en Catalunya tiene una misión encomendada, que día tras día intenta llevar a cabo con ilusión y alegría, sabiendo que el camino no será siempre llano.
La realidad actual de la fe en nuestra tierra se configura en el marco de una sociedad cada vez más secularizada, en la que el sentido de Dios y el mensaje de Jesucristo son eclipsados por ideales efímeros. A veces, no es fácil encontrar la forma de proponer la perenne verdad del Evangelio de Cristo a las personas de nuestro entorno. Sin embargo, la propuesta de verdad que ofrece el Evangelio llega a muchas personas y transforma sus vidas. De un tiempo a esta parte percibo un punto de inflexión. Muchos jóvenes universitarios y profesionales, así como muchos adultos, muestran un profundo deseo de Dios. Además, cada día somos testigos de iniciativas solidarias, muchas de ellas promovidas por instituciones de la Iglesia, que nos dan una brizna de esperanza. El pueblo catalán es solidario y se arremanga cuando es necesario para ayudar a los hermanos. Gracias por esta actitud tan firme.
Somos instrumentos de Cristo y queremos que fructifique su mensaje. El papa Benedicto XVI decía: « La Iglesia no tiene consistencia por sí misma; está llamada a ser signo e instrumento de Cristo, en pura docilidad a su autoridad y en total servicio a su mandato. El único Cristo funda la única Iglesia. Él es la roca sobre la que se fundamenta nuestra fe.» (Homilía en la basílica de la Sagrada Familia de Barcelona, 7 de noviembre de 2010).
Queridos hermanos y hermanas, frente a una sociedad catalana que debe afrontar muchos retos, la Iglesia católica, consciente de vivir en un mundo plural, se siente llamada a comunicar esperanza y a contribuir a la cohesión social, poniéndose día tras día al servicio de todos y, sobre todo, de los más pobres. En este domingo, recemos por nuestro pueblo y por sus necesidades.