Fecha: 7 de julio de 2024

¿Va la educación en contra de la libertad humana? No hace muchos años existían propuestas pedagógicas que defendían la necesidad de dejar a la total libertad de los niños y adolescentes las decisiones sobre de su educación. Seguramente, en la actualidad, ya no se plantea este tema con tanta radicalidad, pero esto nos plantea la importancia de la educación.

Durante esta semana ha tenido lugar la peregrinación de verano de los maestros y profesores de las escuelas de la diócesis, que organiza cada año la Fundación Escola i Vida. Es una tradición que poco a poco se va afianzando. Un centenar de educadores ha participado. Y desde los inicios hemos querido hablar de peregrinación, no de viaje de fin de curso, porque la vida y la educación son un camino.

A menudo se suele afirmar que la educación es como una obra de arte en la que se ayuda al alumno a crecer y madurar en su personalidad, sacando lo mejor que hay en él, puliendo las imperfecciones. Pero esto supone un largo camino, una peregrinación compartida entre el educador y el que recibe la educación.

El papa Francisco, el 10 de enero de 2023 afirmaba que “la educación es un acto de amor que ilumina el camino para que podamos recuperar el sentido de la fraternidad para no dejar de lado a los más vulnerables. El educador se convierte en un testimonio que no imparte sus conocimientos intelectuales, sino sus convicciones, su compromiso de vida”. Y para ello pide saber utilizar los tres lenguajes de que dispone: el de la cabeza, el del corazón y el de las manos, debidamente armonizados.

Francisco habla, en estas palabras, de iluminar el camino de la formación desde un compromiso personal de vida. Hace referencia a un camino de aprendizaje y formación que nos recuerda también el ideario de las escuelas de la diócesis inspirado en el humanismo cristiano. En esta peregrinación, que puede durar toda la etapa formativa y que de hecho no termina nunca, los alumnos se sienten acompañados y guiados por sus educadores. Los primeros y principales son los padres, porque es en el seno de la familia donde nos forjamos como personas, donde descubrimos la vivencia de la fe, donde aprendemos las primeras virtudes y valores a través de los ejemplos que recibimos. Y junto con los padres los centros educativos con todo su personal, maestros y profesores y personal no docente, a través de su capacitación y de la vivencia de sus convicciones y compromisos.

Desde la diócesis, siempre se ha optado por una clara apuesta por un modelo educativo basado en la concepción cristiana del ser humano y en su modelo: Jesucristo y su mensaje. Él es el centro de lo que debe ser la formación en nuestras escuelas, a través de su palabra que encontramos en el evangelio y que la Iglesia nos transmite. Con una mirada abierta a la realidad del mundo, un mundo carente de esperanza, de alegría, de confianza; con una mirada atenta a los más necesitados, atenta al acompañamiento de la vida de las personas, con implicación en la vida social, sabedores de que es la fe en Dios la que debe iluminar y dar sentido a la vida.

A todos los educadores de la diócesis, mi agradecimiento como obispo por vuestra dedicación y entrega, por el tiempo y la paciencia empleados, por las horas dedicadas a esta misión, por la estimación e interés que ponéis en cada actividad. Os deseo que disfrutéis de un merecido descanso.