Fecha: 6 de diciembre de 2020
En este comentario vinculo dos temas de mucha importancia para la vida cristiana y que coinciden en el día 8 de diciembre: la Solemnidad de la Virgen María (para la Iglesia universal) y el Día del Seminario (para las diócesis españolas). Son dos acontecimientos que propongo para vuestra reflexión pidiendo también vuestra colaboración.
Hablemos primero de María, la madre de Jesús. Hemos aludido a ella en este año que termina algunas veces: Oración a María (31 de mayo), la Virgen Blanca de la Academia, Patrona de Lleida (15 septiembre) y varias referencias en otros comentarios dominicales. Sabéis también la importancia que tiene en nuestra historia; por ello cuando pronunciamos una homilía siempre acabamos con unas palabras sobrela Virgen para que ella nos ayude a cada uno y a toda la comunidad cristiana a ser mejores seguidores de su Hijo. Como madre comprende las deficiencias, las limitaciones, las faltas de sus hijos e intercede para procurar la conversión y buscar la reconciliación y la paz.
Nuestra propia debilidad nos permite mirar a otras personas de nuestra propia condición como los santos, y sobre todo tenemos que mirar a María para comprobar que no es imposible seguir los pasos de Jesucristo. En ese sentido encontramos un modelo a quien imitar para responder con autenticidad a su Hijo. Es su madre, María, que nos enseña a unir pensamiento y acción. Si recordamos las escenas en las que aparece en los evangelios, descubriremos a una mujer confiada en la Anunciación, agradecida en el Nacimiento de Jesús, alegre en el canto del Magnificat, solidaria en la Visitación a su prima, intercesora en las bodas de Caná, seguidora incansable de su Hijo, parca en su vida personal y familiar, sufriente al pie de la cruz, esperanzada el día de Pentecostés. De ella no sabemos de quejas ni lamentos, no conocemos desánimos ni desencuentros. Vemos una gran capacidad de escucha, una constante muestra de ternura y una actitud comprensiva hacia sus semejantes.
Es una fiesta que los cristianos vivimos con gozo y agradecimiento porque Jesús nos regaló a su madre para que hiciéramos realidad la ternura y el amor que predicó para todos. No olvidemos nunca su figura, no rechacemos su intercesión, no desaprovechemos sus lecciones de vida.
El segundo tema a recordar. Nuestra Iglesia celebra el DIA DEL SEMINARIO. Es una jornada aplazada porque en el mes de marzo, día de san José, no lo pudimos conmemorar. Os pido una oración por nuestros seminarios, nuestros seminaristas y los formadores. Que su vida irradie una actitud positiva en nuestros jóvenes para que les atraiga hacia el ministerio sacerdotal. Sabéis que en estos momentos el Seminario Interdiocesano, de siete diócesis, se encuentra en Barcelona. Allí viven los seminaristas en comunidad y acuden a las clases de la Facultad de Teología.
El lema elegido para esta campaña, «Pastores misioneros», intenta recoger, sin agotarla, la identidad del sacerdocio ministerial. Los sacerdotes, en cuanto que participan del sacerdocio de Cristo son llamados en verdad «pastores de la Iglesia»; y en cuanto enviados por Cristo, con los Apóstoles, son esencialmente misioneros dentro de una Iglesia toda ella misionera.
En el conjunto de las diócesis españolas, en el curso 2019-20, ha habido 1.129 seminaristas mayores. En nuestros seminarios han ingresado 208 nuevos seminaristas mayores y 119 han abandonado el seminario. En 2019 se celebraron 130 ordenaciones sacerdotales.