Fecha: 3 de octubre de 2021
No sólo digno sino también decente. Como cada año la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y otras organizaciones que colaboran con ella promueven el día 7 de octubre y en todo el mundo, la Jornada Mundial por el Trabajo decente con una retribución digna. Este año, por desgracia, la Jornada sigue enmarcada en la crisis de la pandemia del coronavirus y por sus consecuencias dramáticas en el mundo laboral.
Dios, al crear al hombre le encargó la misión de velar por la creación y someter la naturaleza, no como un castigo, sino como colaboración a su obra creadora, ya que somos imágenes suyas. “Dijo Dios: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que domine los peces del mar, las aves del cielo, los ganados y los reptiles de la tierra Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, varón y mujer los creó” (Gn 1,26-27).
Ello implica que todas las personas deben tener la oportunidad de realizar una actividad productiva que aporte un ingreso justo, seguridad del puesto de trabajo y protección social para las familias; que ofrezca mejores perspectivas de desarrollo personal y favorezca la integración social, es decir un trabajo digno y decente.
Por tanto, no basta el solo hecho de la ocupación, esta debe ser una ocupación de calidad, bien remunerada, que repercuta de manera positiva en la vida de los trabajadores y en el crecimiento de la economía.
El pasado mes de junio, a través de un video mensaje, el Papa Francisco pidió a la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y a las autoridades relacionadas con estos temas, soluciones para salir de la actual crisis laboral “buscando el bien común” y priorizando “los trabajadores que se hallan en los márgenes del mundo del trabajo”
Dijo también que resulta necesario evitar el caer en la situación y en los problemas que caracterizaron el panorama previo a la pandemia, como “el consumismo ciego y la negación de las evidencias que apunten a la discriminación de nuestros hermanos y hermanas considerados como “de un solo uso” en nuestra sociedad”.
Por ello conminó a hacer frente a estos desafíos buscando soluciones que ayuden a construir un nuevo futuro “fundado en condiciones laborales decentes y dignas que provengan de una negociación colectiva y que promuevan el bien común”.
Jesús, el Señor, nos muestra el camino para superar las dificultades con sus enseñanzas y también con sus parábolas, como la del buen samaritano, la de los viñadores que quieren trabajar y no encuentran trabajo, etc. Es muy importante mantener la esperanza y emplear nuestras fuerzas para construir un mundo más justo y fraternal, su Reino, tal y como pedimos en el Padrenuestro, un mundo en el que todos puedan realizarse como personas humanas con un trabajo justo y digno.