Fecha: 5 de septiembre de 2021
Es el primer comentario de un nuevo curso pastoral todavía bajo el signo de la recuperación sanitaria tras meses de sufrimiento en todos los órdenes. Decíamos el año pasado por estas fechas que, a pesar de todo, empezamos. Ahora añadimos la virtud de la esperanza para continuar afrontando el reto de la pandemia con la mirada puesta en lo alto y también al entorno fijándonos en las dificultades vividas por nuestros hermanos y colaborando en su cuidado.
Es imposible olvidar las circunstancias tan dramáticas que nuestro mundo ha experimentado en estos últimos meses pero la actitud no puede llevarnos al desánimo o a la desesperación. Tenemos suficientes ejemplos del combate contra el mal, de la lucha hasta la extenuación, de la solidaridad sin limitaciones. Y ahí también existe un motivo para la satisfacción por la buena actuación de millones de seres humanos. Es como una respuesta a la gracia de Dios que se mueve en medio de nosotros y nos impulsa a hacer el bien siempre y en todo lugar.
Empezamos con la esperanza de que todos se encuentren con el Señor y con los demás hermanos en el ámbito de la formación y de la catequesis, en el ámbito de las celebraciones y en la actividad socio-caritativa. De forma presencial para que nos veamos y nos escuchemos, para rezar juntos y para comprobar las carencias de nuestra sociedad. Es cierto que algunas personas viven con miedo a los contagios, bien sea por la edad o por alguna enfermedad que arrastran desde tiempo. Pero siguiendo las indicaciones de las autoridades sanitarias no dudemos en “normalizar” nuestra vida diaria. Y también, como no puede ser de otra manera, nuestra vida cristiana.
Esperamos a los padres para la inscripción de los niños y jóvenes para la catequesis de Comunión y de Confirmación. En las parroquias ya se han organizado para atender este servicio fundamental; los catequistas confían en una adecuada respuesta. Nos hemos preparado también para los grupos de formación de adultos en las comunidades parroquiales y en los movimientos apostólicos. Vuestra presencia enriquecerá el diálogo y la búsqueda de la verdad. Recordad que la institución formativa por excelencia de nuestra diócesis, el IREL, ha valorado la asistencia a clase y quiere servir a todos los grupos de nuestra sociedad para hacer efectiva la relación fe-cultura.
Esperamos que recuperéis lo antes posible la presencia en las celebraciones eucarísticas dominicales y que viváis con mayor intensidad quienes acudís diariamente a la Santa Misa. Participad y acompañad a los demás en los momentos de alegría o de dolor, en las bodas o bautizos, en los funerales y despedidas de duelo afrontándolas siempre con esperanza cristiana. Desde ahora quedáis invitados a las celebraciones diocesanas: 30 de septiembre, FIESTA DEL ENVÍO; 12 de abril, MISA CRISMAL; 28 de mayo, ASAMBLEA DIOCESANA. Ya concretaremos los datos para que tengáis una correcta información también para la fiesta de la APERTURA DEL SINODO, el próximo 17 de octubre, en nuestra catedral.
Esperamos que continuéis mostrando interés por los necesitados de nuestra sociedad y por todos aquellos que os pidan ayuda espiritual o material. Compartid vuestro dinero, colaborad con vuestro tiempo, que vuestra caridad sea constante. Conocéis la gran cantidad de instituciones dedicadas a promover el amor y la solidaridad. Estas agradecerían el aumento de socios, de simpatizantes, de donantes circunstanciales. No podemos vivir en cristiano olvidando la preocupación por los demás.
Así favorecemos la esperanza que Dios ha depositado en el corazón humano.