Fecha: 6 de agosto de 2023

Hace ya semanas que nos encontramos de pleno en el verano y en el tiempo litúrgico llamado tiempo ordinario. Puede parecer que durante estas semanas no celebramos nada relevante. Sin embargo, es precisamente en la vida de cada día en la que Cristo se hace presente y nos anima a conocerlo, a amarlo y a seguirlo.

Para los cristianos el día más importante de la semana es el domingo, el día del Señor. Es posible que muchos tengáis algunos días de vacaciones y salgáis de vuestros pueblos y ciudades. Aunque así sea, no olvidéis que Cristo nos espera cada domingo en la Eucaristía para compartir con nosotros su vida, su muerte y la alegría de su Resurrección.

Hoy quisiera compartir con vosotros algunos nombres con los que la tradición cristiana se ha referido a este día. Espero que nos ayuden a vivir con más intensidad y gozo la celebración del domingo.

Sabemos que los primeros cristianos relacionaron el domingo con la Resurrección de Jesús. Este día era para ellos la Pascua semanal, una pequeña Pascua. También nosotros tenemos la oportunidad, cada semana, de unirnos a Cristo y de irnos convirtiendo en personas resucitadas que sirvan con alegría a sus hermanos.

El domingo es denominado también el primer día de la semana. En el libro del Génesis podemos leer que, el primer día de la creación, Dios creó la luz (cf. Gen 1,1-4). Los cristianos, desde hace siglos, han relacionado la creación con la resurrección de Jesús. La Resurrección es una nueva creación hacia una nueva existencia, en la que Jesús es el primer resucitado. Aprovechemos esta fiesta para dar gracias a Dios por la belleza de la creación y para conocer más a Jesús. Él es la luz del mundo (cf. Jn 8,12). Que Él nos ayude a ser pequeñas lámparas que den claridad y calor a los más necesitados.

El papa san Juan Pablo II en su carta apostólica Dies Domini llama al domingo «día de alegría, descanso y solidaridad» (N. 55-73). Ciertamente es una fiesta alegre porque nos encontramos con Jesús resucitado. Cada domingo podemos ver realizadas las palabras que dijo el Señor antes de su Pasión: «Estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría» (Jn 16,20). Es un día de descanso en el que podemos disfrutar de la naturaleza y de la compañía de nuestros familiares y amigos. Y también, ya desde los inicios del cristianismo, es un día de solidaridad en el que recordamos a los más pobres y compartimos con ellos los dones que Dios nos ha dado. Es por ello, que el papa san Juan Pablo II dice que el domingo es una «gran escuela de caridad, de justicia y de paz» (Dies Domini, 73).

Queridos hermanos y hermanas, tal como dijeron hace siglos los mártires de Abitinia, sin el domingo no podemos vivir. Pidamos al Señor que esta fiesta semanal renueve nuestras fuerzas y nos convierta en testimonios del Reino de Dios.