Fecha: 3 de enero de 2021
Queridos diocesanos:
Hay cuestiones permanentes en nuestro mundo que muchas veces se convierten en problemas y tienen que ser objeto de la mirada cristiana. Hemos repetido hasta la saciedad las causas y las consecuencias del hambre, de la desigualdad social, de las migraciones, del respeto a los derechos humanos, de la dignidad de todas las per-sonas y su igualdad en todos los órdenes de la vida, de las minorías sociales y religiosas y su reducida relevancia, de la guerra y la paz…
Son cuestiones presentes que no pueden ser escondidas con motivo de la pandemia de la Covid-19 que todos sufrimos en la actualidad. La angustiosa situación de ahora, que origina consecuencias sanitarias, económicas y sociales muy evidentes, no puede hacernos olvidar otras cuestiones como la paz que la Iglesia pone en el corazón de todos en el primer día del año nuevo. Esta jornada tuvo su inicio en el año 1968 promovida por el papa Pablo VI. Antes de esta fecha ya existen llamadas a la paz en otros momentos por parte de todos los pontífices. Me vienen a la cabeza dos elocuentes ejemplos: el papa Benedicto XV ante la Primera Guerra Mundial de los años catorce al dieciocho del siglo XX; el papa Juan XXIII y su recordado documento Paz en la tierra de los años sesenta. Hay muchos otros ejemplos.
En los últimos años la celebración de esta jornada ha contado con un lema para todas las comunidades del mundo. Es un lema con una palabra o con una frase que intenta condensar la sensibilidad de un momento concreto. Suele combinar la palabra «paz» con otra realidad significativa.
La paz es una realidad deseada y buscada por el género humano a pesar que éste se empeñe en demasiadas ocasiones en hacer la guerra y aniquilar al hermano. Me parece urgente y necesario pedir a todos los cristianos que oren a Dios por esta circunstancia y sean constructores de la paz a un nivel cercano, familiar o laboral. En el momento de escribir este comentario no ha aparecido el lema y el mensaje del Papa para el año 2021 que sería el soporte y el motivo de nuestra colaboración y, por el ritmo y agenda de la imprenta, me veo obligado a anticipar mi reflexión con la convicción de que no quede en el olvido en las comunidades cristianas y como propuesta para todas las personas de buena voluntad que se adhieran a este compromiso universal.
Podría hacer una breve síntesis de la paz en el Antiguo Testamento, o recordar las palabras definitivas del propio Jesús en los evangelios. Voy a ser más concreto y recurro a vuestra propia memoria para señalar algunos lemas de estos años anteriores que pueden resumir nuestro deseo actual:
— 1969: La promoción de los derechos del hombre, camino hacia la paz.
— 1970: Educar para la paz a través de la reconciliación.
— 1980: La verdad, fuerza de la paz.
— 1983: El diálogo por la paz, una urgencia para nuestro tiempo.
— 1990: Paz con Dios Creador, paz con toda la creación.
— 1994: De la familia nace la paz de la familia humana
— 1998: De la justicia de cada uno nace la paz para todos.
Feliz reflexión para todos. Con mi bendición y afecto.