Fecha: 10 de abril de 2022
Pasan por nuestros ojos durante estos días las distintas escenas que recuerdan la vida, muerte y resurrección de Jesucristo. Los pasos de Semana Santa llenan nuestras calles y a muchos complace poder explicar a los más pequeños el significado de lo que ven en una plataforma arrastrada por un gran número de personas. La entrada de Jesús en Jerusalén aclamado como rey por los que llevan palmas y ramos en las manos; la oración en el huerto, la institución de la Eucaristía, la traición de Judas, el prendimiento, cargado con la cruz, la Verónica, el cirineo, la crucifixión, la muerte, la corona de espinas, los clavos. Todos estos momentos sugieren preguntas y, por supuesto, hay respuestas adecuadas para ello. Tenemos obligación de responder
La explicación de la vida de Jesús, desde Belén hasta el Calvario, la historia del pueblo de Israel y su esperanza en la venida del Mesías, la creación, el origen y la composición del pueblo, Noé y el diluvio, Abraham y la fidelidad, Moisés y la liberación, los reyes y los jueces, los profetas y sus anuncios, los primeros pasos de la predicación de los Apóstoles en las distintas ciudades del Imperio Romano, la historia posterior de la Iglesia a lo largo de los dos mil años con su luces y sus sombras… todos estos contenidos se dan a conocer y se evalúan en clase de religión. Es parte de nuestra propia historia y fundamento de nuestra cultura occidental.
Hay espacio también para una referencia a las otras religiones y confesiones. Se explica el fundamento del hecho religioso y una comparativa de aspectos coincidentes y divergentes de algunas creencias. Es un conjunto de conocimientos que ayudan a entender un poco mejor al ser humano y sus propias motivaciones para creer y para actuar de acuerdo con sus propias convicciones.
Concretando este comentario en la fe mayoritaria de nuestra sociedad, me interesó el título de una Tribuna del periódico La Vanguardia (6 de marzo de 2022) que firmaba un grupo de intelectuales católicos de la Fundación Joan Maragall: ¿Que pierde la cultura si ignora el cristianismo?. Entre otras cosas se puede leer que desde un punto de vista cultural la pérdida más inmediata es la de una clave interpretativa de toda nuestra historia; socialmente el cristianismo aporta una intervención asistencial inmediata sin pedir papeles ni procedencias; desde una perspectiva existencial, una espiritualidad rica y variada, una apertura al sentido del misterio y una visión global del sentido de la vida; de la dimensión ética únicamente haremos alusión a la tríada de palabras de la Revolución Francesa, fraternidad, igualdad, libertad, heredada de los valores cristianos…Aconsejo la lectura de esa aportación porque es muy clarificadora para hoy.
Es cierto que, como toda institución humana, la Iglesia tiene sus puntos oscuros que alejan a muchos de la fe o provocan la increencia por falta de un testimonio. Los católicos actuales lamentamos esas sombras del pasado (y también del presente) y pedimos perdón pero consideramos que las luces producidas a lo largo de los siglos que han guiado gran parte del camino del mundo occidental son mucho más fuertes, brillantes y provechosas para toda la humanidad. Afortunadamente muchos no creyentes reconocen y agradecen ese gran legado asistencial, cultural, ético y de sentido en el que se han formado.
Todo esto me sirve para proponer a los padres y a los tutores legales que inscriban a sus hijos en la clase de religión. También a todos los alumnos mayores. Les proporcionará las bases para una educación integral tan necesaria para conseguir su plenitud personal y para la promoción de una conciencia solidaria que beneficie a todos los seres humanos.