Fecha: 27 de abril de 2025

Este año el corazón de Cataluña late con un ritmo especial: el Milenario de Montserrat. Mil años de historia, de fe y de misterio abrazan la montaña sagrada, donde la mirada serena de la Moreneta continúa siendo faro y refugio. Su presencia, más que una imagen, es una mirada que transciende el tiempo, una expresión de amor materno que resuena en cada madre que observa a su hijo con ternura y esperanza.

Las madres tienen una manera única de mirar. No es solo con los ojos, sino con el alma. Es una mirada que acoge, que sostiene, que lee en los silencios y comprende sin palabras. Es la misma mirada que los peregrinos encuentran en Montserrat cuando levantan los ojos hacia la Virgen María, buscando consuelo u orientación. Es la mirada de la Madre la que nos busca. Cuántas veces una madre mira así su hijo, como sí en sus ojos se guardará la promesa de un amor eterno.

Montserrat, con su perfil recortado contra el cielo, se levanta como una madre protectora. Sus cumbres, como dedos que señalan el infinito, evocan las manos de una madre que acarician, bendicen y ruegan. Sus cuevas y caminos han sido testigos de promesas, lágrimas, gozos y súplicas pronunciadas en la intimidad de la fe. La Moreneta, oscura y luminosa a la vez: es un símbolo del amor que todo lo comprende, del amor que perdona, espera y que nunca abandona.

Así como Montserrat ha sido un refugio a lo largo de los siglos, cada madre es un santuario para su hijo. Un espacio sagrado donde se aprende la vida y el sufrimiento se alivia con una caricia, donde la esperanza renace con un abrazo. En la mirada de una madre hay una plegaria silenciosa, un anhelo de felicidad, una entrega sin condiciones.

El domingo 27 de septiembre el Milenario nos invita a recordar y celebrar agradecidos la historia y a reaprender de Montserrat. También nos invita a pensar en la grandeza de esta otra montaña cotidiana: la maternidad. Porque en cada madre que mira su hijo con amor infinito, se esconde el eco de aquella mirada serena y eterna que, desde hace mil años, continúa brillando y alumbrando desde la santa montaña.