Fecha: 22 de enero de 2023
Hoy celebramos el Domingo de la Palabra de Dios. Esta jornada fue instituida por el papa Francisco en el año 2019, en la carta apostólica Aperuit illis. El Papa nos invita a reflexionar durante todo el día sobre la importancia de la Palabra de Dios en nuestra vida y en la vida de nuestras comunidades.
Con motivo de esta celebración, en las diócesis con sede en Cataluña se organiza, del dia 23 al 28 de enero, la VII Semana de la Biblia. El lema de esta edición es: «Eso que hemos visto y oído os lo anunciamos» (1Jn 1,3).
A propósito del lema de este año, quisiera compartir con vosotros una reflexión sobre uno de los textos más bellos del Evangelio según san Juan: Jesús y la samaritana. El evangelista explica que un día que Jesús atravesaba la región de Samaría, encontró a una mujer de aquella región que iba a sacar agua de un pozo. Es importante saber que los samaritanos pertenecían a un pueblo que había sido excluido de la vida social y religiosa de Israel.
Jesús se dirigió a ella y le pidió un poco de agua. La mujer se sorprendió, ya que era extraño que un judío hablara con alguien de Samaría. A continuación, ambos empezaron a dialogar. Las palabras de Jesús cambiaron la vida de la samaritana. Esta se dio cuenta de que solo Jesús podía darle aquello que verdaderamente anhelaba su corazón. Es por ello por lo que, apenas terminó de hablar con el Señor, fue a anunciar con alegría la buena noticia a sus hermanos y hermanas (cf. Jn 4,28-29).
Este fragmento del Evangelio según san Juan nos muestra que Jesús siempre quiere dialogar con nosotros. Él siempre nos escucha y espera que también le hablemos. Jesucristo llama a nuestra puerta a través de las Sagradas Escrituras. Cuando escuchamos su Palabra y le abrimos el corazón, Él entra en nuestra vida y se queda con nosotros.
En este texto podemos leer que la Palabra irrumpe en la vida de una mujer cuyo pueblo ha sido marginado. Y es que el mensaje de Jesús es para todos, pero especialmente para aquellos que han perdido la ilusión de vivir o para los que la sociedad ha dejado al borde del camino. La Palabra nos sostiene en nuestra vida y nos infunde nuevas fuerzas.
Después de hablar con Jesús, la samaritana se convierte en misionera. Solo aquel que escucha con fe el mensaje del Evangelio es capaz de transmitirlo a los demás. Si acogemos la Palabra de corazón, si conversamos de tú a tú con Jesús, seremos capaces de ser testimonios de esperanza para nuestros hermanos. Veremos que Dios está presente en cada pequeño acontecimiento de nuestra vida. Nos convertiremos en buenos compañeros de viaje de todos aquellos que encontremos a lo largo del camino.
Queridos hermanos y hermanas, pidamos al Señor que nos anime a leer la Sagrada Escritura, a encontrarnos con Él por medio de ella y a compartirla con nuestros hermanos. Invoquemos al Espíritu Santo para que nos anime a escuchar y anunciar la Palabra de Dios. Santa María, tú que guardabas y meditabas la Palabra de Jesús en tu corazón maternal, ayúdanos a avanzar por este camino apasionante.