Fecha: 17 de abril de 2022
Queridos diocesanos:
El domingo de Pascua es la referencia más importante del año para todos los cristianos. Celebramos la Resurrección de Jesucristo. Hemos vivido con religiosa intensidad sus últimos momentos de soledad y sufrimiento hasta la muerte en cruz los días anteriores participando en los actos litúrgicos de las parroquias o en las procesiones y devociones de piedad popular en las calles. Ahora manifestamos la alegría del fundamento de nuestra fe. “Si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra predicación y vana también vuestra fe” (1Cor 15,14) dice san Pablo ampliando su aseveración al testimonio de la alegría y de la esperanza que dan sentido a la fe que profesamos.
La razón de tanta alegría en la celebración de la Pascua se basa en el triunfo de Jesucristo sobre el pecado y la muerte para darnos una vida nueva y la salvación definitiva. La comunidad cristiana ha acompañado esta fiesta con múltiples manifestaciones culturales llenas de colorido y ambiente campestre y primaveral. Todo ha ayudado a vivir este tiempo nuevo en el que vemos renacer brotes de esperanza y cercanía festiva.
Es importante que a partir de este domingo hagamos nuestras las actitudes que da a conocer y refleja el Resucitado. Que seamos personas que, redimensionadas por el amor de Dios, sólo puedan responder desde la gratuidad del amor. Que seamos humildes en nuestras apreciaciones y en nuestros testimonios de vida; sólo la humildad nos hace mirar al otro con respeto, con mimo y con cuidado. Que queramos salir de nosotros mismos y ofrecer nuestra vida al servicio de los demás, incluso cuando aparece el cansancio o la incomprensión que son superados por el encuentro con el Resucitado. Que nos esforcemos en vivir siendo signos de esperanza y transmitiendo la alegría de haber encontrado sentido real a nuestra propia existencia; no sólo “que bien me siento” sino redescubriendo la alegría del servicio evangelizador y caritativo. Que podamos vivir desde la valentía de sabernos salvados por el Señor y anunciando a los demás la fe en la Resurrección y en la ausencia de temor ante la muerte.
Me imagino que algunos lectores se preguntarán cómo hablar de alegría y de esperanza “ante la que está cayendo” en nuestro mundo. Con la pandemia de la COVID-19, apenas superada; con los efectos de la erupción del volcán de la Palma; con las trágicas imágenes que reflejan la dura realidad de muertes y destrucciones a causa de la invasión de Ucrania; con los permanentes enfrentamientos entre naciones y pueblos por cuestiones religiosas, culturales o políticas o por conseguir más poder e influencia internacional…¿Somos los cristianos unos inconscientes al proclamar la alegría en un mundo lleno de maldad?, ¿Somos unos osados y no percibimos las propias contradicciones?, ¿estamos locos por anunciar el triunfo sobre la muerte?… y otras muchas preguntas que cualquier persona puede hacersobre el mal y la maldad del ser humano.Desde luego no somos los cristianos los únicos llamados a resolver problemas y calamidades o a responder a cuestiones que aparentemente no tienen solución.
Los cristianos ofrecemos con la palabra y con nuestro testimonio de vida el mensaje, la obra y la persona de Jesucristo. En su totalidad, sin particularismos ni amputaciones interesadas. Desde la aceptación y la respuesta del hombre a la creación de Dios hasta la consumación final con un mensaje claro y lleno de sentido para las relaciones entre los seres humanos basados en el amor y la fraternidad buscando siempre la dignidad de las personas, la justicia entre los pueblos y la paz. Todo ello con la inmensa alegría de la fe y la esperanza que nos trae la Resurrección deJesucristo. Os deseo una feliz Pascua para todos.
Con mi bendición y afecto.