Fecha: 27 de abril de 2025

En este segundo domingo de Pascua se celebra la solemnidad de la Virgen de Montserrat, patrona principal de Cataluña. Este año, por razones litúrgicas, la celebración religiosa se traslada a mañana lunes. La alegría pascual que envuelve esta jornada se une al gozo de las celebraciones del milenario de la fundación del Monasterio de Montserrat.

La montaña más emblemática de las tierras catalanas es, sin duda, Montserrat. Es una montaña preciosa que atrae y seduce a peregrinos, turistas y excursionistas. Todos desean llegar hasta allí para contemplar su belleza de cerca, pero no se marcharán sin ver a la “Moreneta”, la Virgen de Montserrat.

En Cataluña, llevamos a la “Moreneta” en el corazón y es parte de la cultura catalana. Ella es la Rosa de abril, la estrella de Montserrat, que nos ilumina y guía hacia el cielo; así nos dirigimos a ella cuando le cantamos el precioso Virolai. La Virgen, en todas sus advocaciones, está muy presente en muchos otros rincones de nuestro planeta. Si pudiéramos marcar el mapamundi con un punto luminoso todos los pueblos y lugares donde se venera a la Virgen en el mundo, el mundo se iluminaría. Y es que la Virgen es luz. Cuando salimos de nuestra casa y visitamos otros lugares, constatamos el amor que se le profesa y la emoción con la que se la venera.

He sido testigo de este amor a la Virgen María en una visita que realicé el pasado mes de marzo a la isla de Córcega, donde fui invitado por el obispo de Ajaccio para presidir la celebración eucarística con motivo de la fiesta de la patrona de la ciudad. Se trata de la Virgen de la Misericordia, la Madunnuccia, que veneran con gran devoción y que es su patrona, porque en el año 1656 los salvó de una peste. En la homilía también les recordaba un hecho curioso. Hace unos años, un equipo de técnicos norteamericanos realizó un estudio con rayos láser sobre la tela pintada con la imagen de la Virgen de Guadalupe, en México. Observaron que en la retina de un ojo se veía la imagen del indígena Juan Diego –a quien se le apareció la Virgen–, y en la retina del otro ojo, un grupo de personas –entre ellas, el obispo–. Los técnicos se preguntaron cómo y quién pudo pintar eso en la minúscula retina del ojo en pleno siglo XVI. Y yo me pregunto: ¿por qué esa sorpresa? ¿qué pensaban encontrar en los ojos de nuestra madre?

Permitidme repetir lo que les dije allí: en los ojos de nuestra Virgen de la Misericordia no hay otra cosa que nuestros rostros, porque ella nos ama, porque ella nos tiene siempre presentes. Nos tiene presentes como vosotros, padres y madres, que amáis a vuestros hijos y los lleváis grabados en la retina. Hoy, en el contexto del Jubileo, es una buena ocasión para admirar a Santa María en otra de sus advocaciones, la de Virgen de la Esperanza, para que nos ayude a encontrar luz y razones para avanzar con alegría por los caminos de la vida. Nuestro mundo está desorientado y tiene una gran necesidad de esperanza. Pidámosle que nos consuele, que nos cobije en su corazón maternal y nos oriente hacia la paz. Pidámosle que haga de nosotros peregrinos de esperanza, capaces de acompañar con ternura a tantos hermanos nuestros que pasan dificultades.

Queridos hermanos y hermanas, estamos a punto de entrar en el mes de mayo, popularmente conocido como el “mes de María”. Ya sea en forma privada, en familia o en comunidades cristianas diversas, os pido y me pido que recemos a Santa María cada día de este mes, para que Dios conceda el don de la paz al mundo. ¡Santa María, reina de la Paz, rogad por nosotros y por el mundo entero!