Fecha: 6 de marzo de 2022
Estimados y estimadas, en un interesante reportaje publicado la pasada Navidad en un diario de ámbito nacional y en el suplemento de cultura (La Vanguardia [24-XII-2021], Cultura/s, 1-3), podíamos leer que se estaba produciendo un retorno al hecho religioso por parte de toda una generación de jóvenes promesas del mundo literario. Procedentes de ambientes, de ideologías o incluso de entornos sociales muy diferentes, reconocen tranquilamente ―y a menudo teniendo que ir a contracorriente―, haber encontrado el camino de Dios. A modo de ejemplo, y todos con obras literarias publicadas, hago mención de algunos de ellos.
El poeta granadino Jesús Montiel (37 años), se reconoce en la tradición cristiana y percibe claramente en los jóvenes de su generación «un redescubrimiento de la creencia, un cansancio del nihilismo y una reivindicación de lo sagrado […]. Vivimos insatisfechos y las consultas de psiquiatría están abarrotadas. Es evidente que hay sed de significado».
La poetisa catalana Juana Dolores Romero (29 años), coincide en el deseo de buscar esta trascendencia. «Como poeta mística que quiero ser ―afirma―, no encuentro sentido a ninguna otra cosa que no sea escribir sobre aquel Vacío o este Absoluto que muchos denominan Dios. Pero estamos en una época en que se criminalizan las ideas religiosas, sin darse cuenta que el cristianismo, a pesar de los aspectos negativos que también comporta, nos ha dado los mejores valores de nuestra cultura».
La escritora castellano-manchega Ana Iris Simón (30 años) recibió el sacramento de la confirmación no hace muchos meses. Su retorno al catolicismo no tiene relación con la política, sino con un cansancio respecto a la deriva de nuestra sociedad. Afirma, en este sentido: Los ataques hacia mi persona vienen dados por mi creencia en la existencia de un sentido de la vida, de una trascendencia, que no encaja en un mundo en el cual el materialismo ha dado paso al nihilismo más absoluto y zafio».
El poeta Juan Gallego Simón (24 años), a la pregunta de si es creyente, responde que es sevillano, una manera simpática de explicar que no puede evitar rezar a la Virgen de la Macarena, sentir fascinación por la Semana Santa y ser intrínsecamente cristiano. Afirma: «Hace unos años, en este país solo podías ser católico ortodoxo o ateo militante. Todo era una cuestión política. Ahora ya no es así».
La escritora barcelonesa Nuria Bendicho (26 años) llegó a Cristo a través del marxismo, en concreto a través de la filósofa Simone Weil, «una mujer que se extasiaba rezando el padrenuestro en griego antiguo».
La narradora catalana Ada Castells (52 años), educada en una escuela evangélica, aborda el hecho religioso en una de sus novelas, y afirma que a pesar de que «nadie vincula el protestantismo a la derecha», «en el mundo intelectual español, reconocer que eres creyente es en cierto modo una salida del armario más difícil que la de la homosexualidad».
Estemos atentos a estas voces como nuevos «signos de los tiempos» y, con actitud dialogante, estemos prestos a dar razón de aquello en lo que creemos.
Siempre vuestro,