Fecha: 20 de diciembre de 2020 Preocupados por la fraternidad universal y respirando el aire de la Navidad, brota desde nuestro interior la exigencia de “crear un espacio para Dios en nuestra vida”. Un espacio adecuado, como el vacío delimitado por los brazos abiertos en espera del abrazo del amigo. Lo que esto significa en la vida normal y cotidiana ya quedó manifiesto hace más de dos mil años en el acontecimiento de la natividad de Jesús. La humanidad que allí se dio, era el espacio adecuado...

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