Fecha: 9 de febrero de 2020 Los años en que se celebraba el Concilio Vaticano II fueron apasionantes. Muchos de nosotros éramos jóvenes estudiantes de bachiller. El director del colegio donde estudié era un entusiasta convencido del bien que el Concilio traería a la Iglesia. Reunía a los “mayores” periódicamente, a medida que se iban celebrando las sesiones conciliares, para informarnos y explicarnos las grandes novedades. Sin entender demasiado lo que aquel gran religioso y sacerdote...

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