Fecha: 7 de febrero de 2021
Es satisfactorio sumarme a la campaña anual de MANOS UNIDAS, organización de la Iglesia católica para el desarrollo de los pueblos. Durante todo el año los responsables de esta institución nos recuerdan las carencias de muchas comunidades del llamado Tercer Mundo y las posibilidades que tenemos para ayudarles con muchos proyectos de desarrollo integral. Pero es en el segundo domingo de febrero y los días anteriores cuando centran la atención de la campaña. Colectas en las parroquias, peticiones en los colegios y en las mismas calles, viernes de cenas solidarias o de ayuno voluntario en diversos locales… todo alrededor del domingo, 14 de febrero.
Desde los años sesenta del pasado siglo llevan recordando, inicialmente las mujeres de Acción Católica y más tarde ampliado a otros muchos voluntarios, que es posible trasladar la ayuda que necesitan a diversos pueblos de la tierra. Y también que fomentar la fraternidad es una exigencia del evangelio. Que la preocupación por los más desfavorecidos es un mandato del Señor. Que la lucha contra el egoísmo y la acumulación de bienes permite la apertura del corazón a la universalidad. Que no es razón suficiente atender sólo a los “nuestros”, a los que conviven con nosotros, aun sabiendo que hay saturación de necesidades y de peticiones.
La campaña contra el hambre en el mundo es una iniciativa singular, de corte no gubernamental y soportada prácticamente con voluntarios, que ha gozado de gran reconocimiento social y ha generado muchas adhesiones. La experiencia de los años pasados ha llevado a una mayor profesionalización en la concesión de las ayudas consiguiendo que más del 90% de las donaciones lleguen directamente a los necesitados y potenciando proyectos de desarrollo integral que superan el mero reparto de alimentos. Son ayudas con gran transparencia informativa inicial, con la comprobación de las pertinentes realizaciones y con la evaluación concreta de los resultados, que los dan a conocer a la sociedad en general y al resto de las instituciones y grupos de apoyo.
Os pido a todos la debida colaboración para hacer realidad la caridad cristiana que llega a los rincones más lejanos y pobres de nuestro mundo. Necesita MANOS UNIDAS y, en concreto, la delegación diocesana de Lleida, no sólo la ayuda material sino personas que dispongan de tiempo y sensibilidad para ampliar el radio de acción de esta benéfica iniciativa. Muchos se preguntan cómo pueden ser más útiles a sus hermanos; aquí tenéis una hermosa posibilidad. Para los cristianos es, además, una obligación vincularnos con acciones que actualicen y concreten el amor de Jesucristo a todos, sin importar fronteras o divisiones convencionales históricas.
La campaña de este año es muy expresiva para estos momentos tan duros que nos toca vivir: CONTAGIA SOLIDARIDAD PARA TERMINAR CON EL HAMBRE. Nos proponen para nuestra diócesis un proyecto concreto situado en el país centroamericano de El Salvador, en los municipios rurales de San Gerardo y Nuevo Edén de San Juan. Trata de atender a jóvenes agricultores, una especie de escuela de capacitación agraria, para que les permita ayudar al desarrollo social del conjunto.
El próximo viernes, 12 de febrero, es el día delayuno voluntario, cercano a la fiesta de la Virgen de Lourdes. No encontramos mejor motivo que poner en sus manos los proyectos para los más pobres que, unidos a las peticiones por los enfermos e impedidos, hacen un apreciado conjunto a los ojos del Señor que cuida siempre de los últimos. Sabemos de las limitaciones físicas actuales pero eso no disminuirá nuestra voluntad de ayuda a los semejantes.