Al sufrimiento personal y familiar que nos está provocando la pandemia del Covid-19 se ha añadido una nueva crisis de gran importancia social y económica, provocada por el cierre de empresas y plantas de producción, como es el caso de la empresa Nissan en Cataluña.
La empresa automovilística cerrará sus factorías de Zona Franca en Barcelona, de Montcada i Reixac, y de Sant Andreu de la Barca. Este cierre afecta a muchas personas de nuestro entorno: con el despido de más de 3.000 lugares de trabajo directos y una previsión de más de 20.000 indirectos.
Ante el sufrimiento provocado por esta crisis, la Iglesia no puede permanecer insensible al dolor que sufre la sociedad, personas y familias, a consecuencia de coyunturas económicas y sociales. Los Obispos deseamos transmitir este mensaje para mirar el futuro con esperanza:
- A juicio de personas cualificadas, la decisión de esta deslocalización ha sido el resultado de todo un entramado de movimientos económicos, políticos y sociales en el ámbito internacional. Consta que la crisis se ha ido forjando tiempo atrás y que, a pesar de haber buscado soluciones, el efecto de la pandemia del Covid-19, ha acelerado las decisiones empresariales.
- No ignoramos la complejidad del problema, pero sí expresamos nuestra solidaridad con las personas afectadas y confiamos en el éxito de los esfuerzos realizados conjuntamente. Secundamos todas las acciones que, respetando los derechos de todos y por medios pacíficos, se lleven a cabo con el fin de buscar soluciones justas en el marco del bien común.
- La Doctrina Social de la Iglesia defiende una economía al servicio de la persona humana. Una economía que garantice a las personas un trabajo digno, con un salario digno que permita el acceso a una vivienda digna y al sostenimiento familiar.
- Se debe hacer, pues, un esfuerzo por parte de todos para mantener las fábricas allí donde están y buscar nuevas oportunidades para que éstas puedan consolidarse y sostenerse.
- La repercusión social de esta crisis ha reclamado la atención de organizaciones civiles y de instituciones políticas. Hasta ahora ha resultado del todo insuficiente y los intentos de solución han llegado muy tarde. Las fuerzas sociales se han movilizado. En todo caso, las posibles salidas de la crisis no podrán realizarse sin el diálogo, el acuerdo y la colaboración de los tres ámbitos implicados en el fenómeno productivo: el trabajo, el capital y el poder político.
- Los obispos hacemos una llamada a la esperanza fundamentada en la capacidad creativa de las personas. Todo el conjunto de la sociedad debe mirar el futuro con confianza, debe favorecer la creatividad y debe luchar con firmeza para que se creen las condiciones adecuadas para la inversión y el desarrollo de nuevas iniciativas industriales respetuosas con el medio ambiente o de nuevos servicios con valor añadido, capaces de crear economía real y generar nuevos puestos de trabajo dignos.
- Los Obispos hacemos también un llamamiento a un cambio de paradigma para que toda la sociedad participe activamente en el desarrollo y la realización de proyectos de futuro que tengan como base una industria más potente y con liderazgo, con la creación de sinergias internacionales. Hacemos una llamada, pues, al trabajo conjunto de los investigadores, economistas, técnicos de todo tipo, etc., para que junto con las administraciones, los empresarios, las universidades, el mundo civil y el sector público sean capaces de crear un tejido industrial que genere puestos de trabajo dignos y oportunidades para los más jóvenes.
- Para hacerlo posible es necesario construir puentes para que sean superados los recelos y las visiones excluyentes. Hoy es más necesario que nunca que la iniciativa privada y la pública vayan de la mano para hacer posible un nuevo resurgimiento económico y social en el que todos puedan encontrar sus oportunidades.
- Instamos a todos los católicos y personas de buena voluntad, particularmente aquellos con más capacidades y responsabilidades, a colaborar en una reflexión más profunda y creativa y a poner los recursos al alcance de la sociedad para construir una economía más justa y equitativa. El Evangelio de Jesús nos inspirará para llevar a cabo una transformación radical de vida, con su mensaje de justicia, esperanza y fraternidad.
Ante la crisis industrial y laboral en Cataluña, pedimos la bendición de Dios para que podamos encontrar las respuestas justas a las exigencias legítimas de todas las personas y familias que hoy la están sufriendo dolorosamente. Invoquemos al Espíritu Santo, que hace posible la creatividad y la perseverancia, para que derrame sobre nosotros todos sus dones.