Fecha: 6 de marzo de 2022
El día 5 de marzo del año 1722 el obispo de Lleida (Mons. Olasso) decretó la apertura del Seminario Diocesano. Han pasado 300 años, muchas vicisitudes y cambios para responder mejor en cada época a la formación de los que se preparaban para el sacerdocio. Esta institución formativa es un fruto del Concilio de Trento (1545-1563) que, tras una ponderada reflexión, la Iglesia decide crear para que los aspirantes vivieran en un internado y pudieran compatibilizar la convivencia, la oración y el estudio guiados por sacerdotes experimentados en todas las dimensiones educativas de modo que pudieran responder de forma adecuada en el servicio y orientación del Pueblo de Dios.
Es una feliz coincidencia que este centenario se celebre con la fiesta anual del Seminario que, desde hace muchos años, se ha vinculado a la festividad de san José, cuidador amoroso de Jesús, Patrono de la Iglesia y de los Seminarios y modelo de actuación para todos aquellos que acompañan y orientan al resto de los cristianos en su encuentro con el Señor a lo largo de sus vidas y promoviendo la fraternidad en las respectivas comunidades. En los lugares en los que no es fiesta civil se celebra el domingo más cercano.
En el comentario de este domingo deseo expresar tres cuestiones: dejar constancia de la inmensa gratitud de todos nosotros hacia los responsables de nuestro Seminario a lo largo de estos 300 años; de orar por toda nuestra diócesis en ese período y de compartir con vosotros la preocupación actual por la situación del Seminario. Además de esos tres deseos, dejo constancia al mismo tiempo, como lo hago en estos últimos años, del interés general por animar y agradecer la pastoral vocacional y de estar unidos en las oraciones y preocupaciones por esta cuestión ahora y en el futuro. El Seminario es una empresa de toda la comunidad diocesana.
Es una empresa diocesana que va más allá de construir un edificio. En el FULL tenéis una brevísima historia de los trescientos años de esta institución educativa. La diócesis aspira a formar una familia donde estudiantes y formadores convivan y se preparen intensamente para el servicio futuro del Pueblo de Dios. Y esto es realmente lo importante. Es cierto que la familia necesita una casa para establecerse pero sin familia, sin comunidad educativa, el edificio tiene poca o nula utilidad.
El último tramo de este tricentenario el Seminario diocesano radica en una casa en Barcelona formando parte, junto a otras seis diócesis de la Tarraconense, del Seminario Interdiocesano. La dimensión académica se centra en la Facultad de Teología, integrada en el Ateneo Universitario San Paciano. Las dos instituciones cubren todas las dimensiones formativas a las que se añaden la colaboración en las actividades pastorales de alguna parroquia donde cada seminarista empieza a familiarizarse con la dinámica concreta de su futuro ministerio.
Una última palabra sobre el lema escogido para este año: “Sacerdotes al servicio de una Iglesia en camino”. Con unas pocas palabras se ha querido unir la tarea pastoral de los actuales sacerdotes con los que aspiran a serlo. Tarea que es esencialmente un servicio a la Iglesia que vive y anuncia a Jesucristo, un servicio a los hermanos, un servicio a la sociedad entera. Para ello se preparan en una etapa de la vida eclesial inmersa en el Sínodo, en el caminar juntos en la escucha, en la búsqueda, en el acompañamiento.
Algunos pensaréis que la diócesis tiene una gloriosa historia y un pobre presente. Esto, si es verdad, nos obliga a una mayor intensidad en nuestras oraciones y en nuestra colaboración.