Fecha: 28 de julio de 2024

Hoy celebramos la cuarta Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores. En este día la Iglesia recuerda con afecto a todas las personas ancianas, especialmente a aquellas que están solas y desamparadas.

Con motivo de esta Jornada, el papa Francisco nos ha regalado un bello mensaje cuyo lema es «En la vejez no me abandones» (cf. Sal 71,9). Este año el Papa nos propone que meditemos algunos textos de la Sagrada Escritura. Centrándome en uno de ellos, del libro de Rut, quisiera compartir con vosotros algunas reflexiones.

El libro de Rut es un escrito del Antiguo Testamento que nos puede ayudar a mantener la fe y la esperanza en tiempos difíciles. Su autor explica la historia de Noemí, una mujer anciana que, después de la muerte de su marido y de sus dos hijos, se queda en compañía de sus nueras, Orfá y Rut.

Noemí les dice a sus nueras que la dejen sola y regresen con su familia, ya que no quiere ser una carga para ellas. Su actitud nos recuerda a todas aquellas personas mayores que sienten que son un lastre para los demás y viven solas en sus casas, tristes y, a veces, desanimadas. No podemos ignorar el clamor de tantas personas que nos piden que no las abandonemos cuando sean ancianas, que no nos olvidemos de ellas cuando les fallen las fuerzas (cf. Sal 71,9).

Orfá acompaña a su suegra Noemí hasta su pueblo, pero finalmente decide regresar con su familia. Sin embargo, Rut, aunque su suegra le insiste en que se vaya, prefiere quedarse a vivir con ella. Lo dice con estas hermosas palabras: «No insistas en que vuelva y te abandone. Iré donde tú vayas, viviré donde tú vivas; tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi Dios» (Rut 1,16).

Rut valora a su anciana suegra. Su gesto nos puede ayudar a apreciar más a los ancianos. Ellos son la memoria de un pueblo. Transmiten la fe y su experiencia a los más jóvenes. Nos enseñan que lo más importante en la vida es la ternura y la atención a las personas más vulnerables.

El papa Francisco, durante la homilía que pronunció en 2018 en la fiesta de la Presentación del Señor, nos dijo unas palabras que nos recuerdan que las personas mayores son un regalo y un referente para las nuevas generaciones: «si los jóvenes están llamados a abrir nuevas puertas, los ancianos tienen las llaves». Cuidemos de ellos y aprendamos de ellos, de su paz y sabiduría. Sepamos ver cómo brillan. Honremos nuestros mayores, porque ellos siempre van por delante.

Queridos hermanos y hermanas, Dios valora a nuestros abuelos. Él los escucha con atención y los acoge con ternura. Pidamos a Cristo que nos ayude a descubrir la belleza de todas las etapas de nuestra vida y nos enseñe a acogerlas con gratitud.