Fecha: 16 de febrero de 2025
Las profesiones se engrandecen por la vida y el testimonio de las personas que se dedican a ejercerlas. Atraen a otros por el modo como practican el oficio. Son también admirados por las virtudes y cualidades que muestran en su ejercicio. No hay duda de que muchos profesionales están a gusto vistiendo el traje que escogieron en su juventud y se muestran orgullosos de su trabajo cuando alguien les elogia su honestidad, su entrega y su servicio para transformar el mundo que les rodea. Se alegran mucho al comprobar que un hijo suyo desea también continuar con la misma profesión sea electricista, fontanero, abogado o docente. En todas las profesiones existen creyentes que quieren vivir su ejercicio vocacional desde la fe que les ha sido regalada y que han sabido cuidarla a lo largo de su vida.
El comentario de hoy tiene que ver con unos profesionales que se esfuerzan en transmitir una noticia, una anécdota o un acontecimiento al resto de los mortales desde una plataforma escrita o audiovisual. Me refiero a los periodistas. Son ciudadanos que, tras los estudios correspondientes, tienen la suerte de ejercer la profesión en la que vocacionalmente fueron preparados. En este mundo tan complejo uno admira a personas que buscan la verdad de lo que sucede a su alrededor, son dueños de sus propias ideas y convicciones e intentan a toda costa la objetividad de lo que narran sin pretensiones de imposición o coacciones a nadie. Además se mueven y entregan al ejercicio de la información como un servicio básico en cualquier sociedad plural, libre y abierta que trabaja por la dignidad de las personas y pretende un futuro mejor para todos.
Los profesionales católicos tienen un patrono, san Francisco de Sales, que fue obispo de Ginebra, vivió en el siglo XVI y se empeñó en comunicar el evangelio a los demás utilizando todos los medios a su alcance. Lo hizo con una alegría desbordante y con exquisita sensibilidad y dulzura en las relaciones con todos. La memoria de este santo es el día 24 de enero y con motivo de esta fiesta el Papa dirige un mensaje para celebrar la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales que coincide siempre con la solemnidad de la Ascensión. Este año es el domingo, uno de junio. El referido mensaje lleva por título “Compartan con mansedumbre la esperanza que hay en sus corazones” remitiendo a un texto de la primera carta del apóstol san Pedro. Comentaremos el contenido del Mensaje en los días previos a la fiesta de la Ascensión. Hoy me quedaré con la narración y el recuerdo de lo vivido en Roma el pasado día 24 de enero.
Los delegados de comunicación de todas las diócesis españolas se reúnen todos los años en una gran Asamblea para intercambiar opiniones y proyectos, para profundizar y mejorar el sistema comunicativo diocesano y para ayudarse en esta tarea tan esencial e impactante en estos momentos. También nos sirve para reforzar el conocimiento mutuo y para rezar pidiendo ayuda a Dios. Este año con motivo del Jubileo se decidió celebrar la Asamblea en Roma. Fue masivamente secundado y la asistencia alcanzó casi el centenar de personas. Fue un acontecimiento extraordinario que tuvo tres partes distribuidos en las tres jornadas: la primera se centró en la reunión de las delegaciones para conocer las instalaciones y el sistema comunicativo vaticano; nos recibió y nos dirigió la palabra el director de la Sala Stampa, Mateo Bruni, con una larga sesión de preguntas y cuestiones que interesaron a los asistentes. Terminamos el día con la visita a la embajada de España ante la Santa Sede. El segundo día consistió en participar en la fiesta del Jubileo: peregrinación desde la Iglesia de Montserrat hasta cruzar la Puerta Santa de la Basílica de san Pedro, asistir a la audiencia del Papa con el resto de periodistas de los demás países y visitar los otros centros jubilares. El tercer día participar de la Misa con el Papa en la misma basílica de san Pedro. Es una breve información de estos tres intensos días del Jubileo 2025 en Roma.