Fecha: 6 de octubre de 2024
Este es el lema para la Jornada del Trabajo Decente que se celebrará mañana lunes, 7 de octubre, promovida por la plataforma «Iglesia para el Trabajo Decente». Esta Jornada debe movernos a interesarnos y sentirnos implicados en la realidad que viven tantos hermanos y hermanas nuestros que se encuentran en situación de paro, pero también de los que, teniendo ya un trabajo, no lo tienen, sin embargo, en condiciones dignas para ellos y sus familias. Porque son muchos los que quieren trabajar, pero por la razón que sea no pueden hacerlo, y son también muchos los que lo viven en situaciones extremas, sin que pueda considerarse una vida verdaderamente digna. Interesarnos y sentirnos implicados significa compartir este interés con los que nos rodean, significa hacer lo que esté en nuestras manos para cambiar esta situación.
Se trata de una realidad preocupante, con un desempleo estructural en el que miles de personas quieren trabajar y no pueden; con demasiada temporalidad que dificulta enormemente la estabilidad de los proyectos vitales de miles de personas; con la siniestralidad laboral; con la pérdida de poder adquisitivo de los salarios; con las dificultades de conciliación laboral y familiar; y el aumento de las enfermedades psicosociales, etc. Todas ellas situaciones persistentes, reflejo de que el mundo del trabajo no ha alcanzado todavía las condiciones necesarias para considerarse trabajo decente de verdad.
Es la sociedad entera, en todos sus estamentos la que, teniendo como objetivo principal el bien común, debe tenerlo también en esta dimensión del derecho a un trabajo digno para vivir y desarrollarse como personas. La Doctrina Social de la Iglesia desde hace muchos años así lo defiende y nos lo recuerda incansablemente.
El Papa Francisco en su encíclica «Laudato si» nos urge a reconocer la necesidad de una ecología integral que incluye también evidentemente el ámbito de trabajo. Ecología integral para el cuerpo y para el espíritu de la persona humana, ecología para la vida y todo lo que la rodea, haciendo lo necesario para preservar la casa común de la creación. Para ello se necesitan entornos laborales con derechos seguros y respetuosos para todos.
Es verdad que, a diferencia de épocas pasadas, vivimos ahora un momento en el que la conciencia de esta necesidad se va extendiendo y se va asumiendo en muchos ámbitos, pero queda todavía un largo camino por recorrer para pasar de la conciencia, que es un paso indispensable, a lo que debe suponer aplicar soluciones prácticas y concretas para las vidas de muchos.
La búsqueda del bien común debe ser el objetivo principal del conjunto de la comunidad, pero particularmente de quienes tienen la responsabilidad de articular políticas que garanticen las condiciones esenciales que permitan a las personas alcanzar una vida digna
El lema de este año, «Por ti, para mí, trabajo decente», nos debe ayudar a tomar conciencia de que vivimos en sociedad, y que nos necesitamos unos a otros y que, agradeciendo el esfuerzo de muchas personas e instituciones que trabajan para conseguir estos objetivos, es responsabilidad de todos trabajar para conseguir que el derecho a un trabajo digno sea una realidad para todos.