Fecha: 25 de abril de 2021
Durante estos días, que tienen como centro la fiesta de san Jorge, comentamos muchas veces la importancia de los libros en la historia de la humanidad. Solemos regalar un libro a los seres queridos y pretendemos que los más pequeños de las familias aprecien el valor del libro y se acostumbren a leer como una actividad fundamental para sus vidas. En nuestra sociedad catalana es muy vistosa la celebración de una jornada dedicada al libro y a la rosa como expresión de cariño y de aprecio a la cultura. Es una costumbre muy arraigada entre nosotros con un fuerte valor simbólico y un reconocimiento real por todo lo que significa el libro en su contenido específico y como transmisor de los saberes.
Parece cierto que las nuevas tecnologías de la comunicación arrinconan la importancia de la escritura sobre el papel. Las nuevas generaciones apuntan a otros medios para aprender, para informarse y para compartir conocimientos; ello supone hacer una profunda reflexión sobre los medios que posee el ser humano para apropiarse del pasado, situarse en el presente y proyectar su propio futuro. Algunos creemos que nunca desaparecerá la significación del libro como vehículo que transmite saberes y sentimientos del ser humano. Es seguro que todo está en los libros y, hasta el día de hoy, recurrimos a los mismos para situarnos ante el mundo. En los últimos meses ha tenido mucho éxito de crítica y público un libro de una autora española, Irene Vallejo, titulado El infinito en un junco que recorre la historia del libro y lo sitúa como exponente imprescindible de la transmisión del saber humano en todos los órdenes, desde el uso de las tablillas de piedra pasando por los papiros y pergaminos hasta llegar al papel. Con una escritura ágil, atractiva y con sabias referencias al mundo antiguo y al actual, la escritora provoca interés por los libros y agradecimiento a todo aquello que han conservado.
Los cristianos valoramos en gran medida el libro. Biblia, libros, llamamos al conjunto de escritos que narran la historia de la relación de Dios con la humanidad. Me consta que en muchos hogares esta obra tiene un lugar preferente en la biblioteca. Es el libro más editado y se consulta a menudo para adecuar la vida a las orientaciones que allí se contienen; también para resolver dudas o para ampliar conocimientos acerca de la historia de la humanidad. Por otra parte aconsejamos a los que asisten a la catequesis que la lean, que recen con ella y se orienten en la vida.
Aprovecho esta fiesta popular y llena de cultura para alertar de la importancia del libro religioso en nuestra sociedad, empezando por la biblia. Os animo a que contéis con este precioso objeto para vuestros regalos. Naturalmente cada uno tiene sus preferencias a la hora de elegir un libro pero mi deseo y mi obligación es recordaros que algunas obras escritas favorecen en grado sumo el intercambio entre la fe, la cultura y la vida. Hay libros que nos abren a la trascendencia, que nos acercan a comprender el misterio del ser humano, que fomentan los valores de la fraternidad y de la paz entre los pueblos, que nos descubren la presencia de Jesucristo en medio de la humanidad, que nos plantean las grandes preguntas sobre el sentido de la vida que a diario formulamos. También en estos momentos duros de pandemia que entristece y atemoriza, que genera dolor y muerte, el libro puede ser un instrumento válido para comprender el mundo y analizar la situación actual.
No os olvidéis de acercaros a los libros que alimentan la fe y la vida cristiana. Dedicad tiempo a su lectura. Regalad algún libro de este tipo a vuestros familiares y amigos. Procurad que los pequeños de vuestras familias valoren la expresión escrita como una ventana que les abra al conocimiento universal y como un fundamento de las propias convicciones y de su fe.