Fecha: 21 de novembre de 2021
Con la celebración de hoy, la solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del universo, termina el año litúrgico, que ha estado centrado en el Evangelio según san Marcos. El próximo domingo iniciamos el tiempo de Adviento y con él un nuevo ciclo de lecturas para la celebración de la Eucaristía dominical, el ciclo C, que está centrado en el Evangelio según san Lucas, considerado como «el escritor de la mansedumbre de Cristo».
La mansedumbre de Cristo está también presente en la lectura del Evangelio según san Juan de este domingo (Jn 18,33b-37). El Señor, indefenso e inerme ante Pilato, proclama su realeza: «Tú lo dices: soy rey» (Jn 18,37). La paradoja no puede ser más fuerte: Jesucristo, humillado y entregado a la voluntad de Pilato, que puede disponer de su vida y de su muerte, proclama su condición de rey. Y esta realeza no puede compararse con ninguna realeza de este mundo, ya que el Reino que él proclama y trae no es de aquí ni como los de aquí. Es la realeza del amor, como dice el prefacio de la misa de hoy, quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor (cf. 1Jn 4,8).
Jesús, hasta el momento de su Pasión, no proclama su realeza. En ese momento ya no importan los malentendidos que él ha querido evitar (cf. Jn 6,15). Pilato no la comprenderá, pero la verdad que Jesús viene a testimoniar hasta la Cruz es la verdad del Dios Trinidad: la del Padre que ha entregado al Hijo por la salvación del mundo, en el amor del Espíritu Santo. Así ha amado Dios al mundo, como había dicho Jesús en su encuentro nocturno con el distinguido judío Nicodemo.
Tres circunstancias acompañan este domingo. Hoy es el día que tiene lugar la celebración de la XXXVI Jornada Mundial de la Juventud (JMJ 2021), en todas las Iglesias locales. Os invito a leer el mensaje del Papa para esta Jornada con el lema: «¡Levántate! Te hago testigo de las cosas que has visto» (cf. Hch 26,16)
La segunda circunstancia es que, desde el pasado octubre y hasta agosto del próximo año, estamos trabajando la fase diocesana del Sínodo que el Santo Padre ha convocado para toda la Iglesia. Será un trabajo diocesano de consulta al Pueblo de Dios, centrado en un lema que orienta este camino: «Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión». Responder a esta llamada nos exige el esfuerzo de escucharnos los unos a los otros a la luz del Espíritu Santo.
El tercer hecho es que el próximo domingo iniciamos el último objetivo de nuestro Plan Pastoral Diocesano: el discernimiento. Este nuevo eje nos ayudará a escuchar al Espíritu y a ser fieles a la misión que Dios nos ha encomendado. Lo asumiremos tras haber trabajado los ejes de la fraternidad, de los jóvenes y de los pobres.
Queridos hermanos y hermanas, no nos detengamos, sigamos adelante, acojamos la semilla del Reino de Dios y trabajemos para que siga dando fruto abundante.