Fecha: 3 de octubre de 2021
Estimados y estimadas. En el discurso de clausura del Sínodo del Amazonas, celebrado hace dos años en Roma, el Papa Francisco agradecía a los participantes «el testimonio de trabajo, de escucha, de investigación, de poner en práctica —decía él— este espíritu sinodal que estamos aprendiendo… y que todavía no acertamos a completarlo». «Espíritu sinodal» significa sabernos escuchar unos a otros y todos a la escucha del Espíritu Santo. Este espíritu sinodal debe ir calando en las diversas Iglesias particulares y, como no, en nuestra querida Iglesia de Tarragona. El pasado mes de abril el papa aprobaba el itinerario sinodal para la próxima Asamblea General Ordinaria del Sínodo de Obispos, con el tema: «Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión». Pero, así como en las otras ocasiones se trataba del encuentro de unas semanas en Roma, esta vez la modalidad se presenta diferente e inédita, de manera que se articula en tres fases a lo largo de dos años, comenzando en estos días de octubre. Habrá una primera fase diocesana, otra continental y una última universal. Con esta nueva metodología, el Papa quiere introducir a todo el Pueblo santo de Dios en un proceso en el que el Sínodo ya no es un evento de unas semanas, ni mucho menos una actividad eclesial sin más. Se quiere que la sinodalidad se convierta en un camino de toda la Iglesia, el camino que Dios espera de nosotros los cristianos a lo largo de este siglo. El papa nos propone un camino en el que se escuche verdaderamente a todo el Pueblo de Dios, en el que todos participen, en el que se conjuguen las diferencias de manera que nadie pierda, sino que todos ganen. Se trata de la integración de las diversidades que tanto cuesta encajar en la vida de la Iglesia.
El próximo 17 de octubre empezaremos en nuestra diócesis la fase diocesana del Sínodo, con una vigilia de oración en nuestra catedral metropolitana. Será el punto de partida de la reflexión que se nos pide. Todos estamos invitados. Especialmente a través del Consejo Pastoral Diocesano y de los Consejos arciprestales y parroquiales haremos experiencia de sinodalidad, al abrigo de las prioridades pastorales que el Consejo Pastoral ha preparado para este curso, así como del Documento preparatorio del Sínodo que nos acaba de llegar de Roma.
Para esta tarea, nos será necesario adoptar varias actitudes imprescindibles. En primer lugar, se nos pide una gran dosis de humildad, para sabernos escuchar —antes que nada— a nosotros mismos. Tan sólo desde el profundo conocimiento personal, que implica una gran dosis de realismo, podremos escuchar a los demás, y todos a la escucha del Espíritu. En este ejercicio es donde cada cristiano se encuentra con la diferencia y la diversidad, con el conflicto y las presiones. Y nada de esto nos debe escandalizar o paralizar: Es parte del proceso, quedándonos siempre con lo que nos ayuda a avanzar todos juntos y dejar de lado lo que impide la comunión. Entonces podremos dialogar unos con otros con humildad. El diálogo y la discusión pasados por la oración, siempre tienen una finalidad: el anuncio del Evangelio. Porque la escucha sin más, no ayuda. El diálogo por el diálogo no lleva a ninguna parte. Pero la escucha y el diálogo humilde, con la oración sincera, llevan a la acción evangelizadora.
Vuestro,