Fecha: 22 de setembre de 2024

Estimadas y estimados. Nos encontramos en plenas fiestas de santa Tecla. El primer documento de la historia de Tarragona donde aparece una mención explícita a santa Tecla es la Bula del papa Urbano II Inter primas Hispaniarum, del 1 de julio de 1091. Se trata de un documento importantísimo, dado que el Papa pedía al obispo de Vic, Berenguer Sunifred de Lluçà, que restableciera la dignidad metropolitana de la Iglesia de Tarragona. Además, le indicaba las ocasiones más solemnes en que convenía hacer uso del palio, con una referencia explícita a la festividad de santa Tecla, virgen, y de los santos Fructuoso, Augurio y Eulogio, mártires. ¿Qué había pasado? Porque tenemos que saber que en el momento de la caída de Tarragona en manos de los árabes en 713 o 714, no hay ninguna mención de un culto a santa Tecla.

A finales del siglo XI se veía la necesidad de dar a la antigua capital cristiana aquel prestigio que había tenido en épocas pasadas, restableciendo su dignidad metropolitana. Los obispos catalanes tenían que jugar un papel muy activo de re-definición, al mismo tiempo que se propiciaba cierta decadencia de la sede metropolitana de Narbona ―a la que pertenecían los obispados catalanes―, poco partidaria de las directrices reformistas que estaban siendo impulsadas por los papas de Roma. Porque desde mediados del siglo XI se veía la necesidad de una reforma en la vida de la Iglesia Universal. Convenía que la Iglesia se hiciera reflejo del Evangelio de Jesús y de la vida de los primeros cristianos. El inicio de la materialización concreta de esta reforma fue la redacción y aplicación de las 27 normas conocidas como Dictatus Papae, que el papa Gregorio VII escribió en 1075, dieciséis años antes de la restauración de nuestra sede metropolitana. Había empezado la llamada Reforma Gregoriana, que implicó también una mayor centralización de la Iglesia en el obispo de Roma, como instancia de control de toda la cristiandad.

El argumento de los orígenes apostólicos, propio de la reforma impulsada por Roma, llegaría a ser esencial en el origen del culto a santa Tecla en Tarragona. Se trataba de evidenciar la necesidad de que la Iglesia restableciera aquel estado original de época apostólica que había sido indebidamente alterado por el paso del tiempo. La difusión del rito romano en detrimento del visigótico iba en la misma dirección. Vincular, a partir de este momento, a santa Tecla como titular de la metrópoli eclesiástica restaurada, permitía presentar la sede episcopal de Tarragona ―y esto frente a la de Narbona― como una Iglesia de origen paulino, es decir, de origen apostólico, pero, además, como una Iglesia individualizada y con personalidad propia de entre las que profesaban un origen apostólico de filiación paulina.

Es la jerarquía eclesiástica de la mano de Berenguer Sunifred quién decide este culto, ratificado por la Bula del papa Urbano II. Entonces, la metrópoli restaurada podría aparecer a los ojos de Roma y de toda la cristiandad como una institución discípula y heredera del apóstol san Pablo, hecho que a la vez insistía en sus orígenes apostólicos. Berenguer Sunifred no dejó pasar la oportunidad y se erigió en portavoz de las ansias de independencia de los obispos catalanes respecto de la dependencia eclesiástica de Narbona. Y, para lograrlo, se apropió del símbolo de Tecla de Iconio y lo ligó para siempre jamás a nuestra sede de Tarragona.

Que tengáis unas felices fiestas,