Fecha: 3 de septiembre de 2023
En la homilía de la misa de inicio de mi ministerio como obispo de Terrassa, el 5 de febrero de 2022, os decía que “la evangelización ha de ser un objetivo presente cada día en nuestros proyectos, nuestras intenciones y nuestras actividades”
El Señor nos llama a ser hijos suyos y a formar parte de su familia. Y también nos envía a hacer crecer esta familia buscando nuevos hermanos. Evangelizar, os decía, es “salir a los caminos y los cruces e invitar a cuantos encontremos a la fiesta del banquete”. Porque el Señor nos invita a una fiesta y es necesario transmitirla alegría de ser invitados a esta fiesta. En eso consiste ser cristianos y por ello formamos parte de la Iglesia. Y continuaba diciendo: “somos llamados, por tanto, a ser hijos; es la llamada a la santidad. Escogidos y enviados a ir por doquier y dar fruto, esta es la llamada a la evangelización. Y así Él ha forjado nuestra identidad: somos hijos, escogidos, amados, enviados. Se trata de una vocación, una identidad que supone también una misión. La misión, el fruto que el Señor espera, es el hermano, son los demás”.
Estas palabras pronunciadas al inicio de mi ministerio entre vosotros animan mi acción pastoral y se convierten en una orientación diocesana importante que me gustaría que hiciéramos nuestra en estoscomienzos de un nuevo curso pastoral.
Si la Iglesia existe para evangelizar, es decir, para transmitir la alegría y el gozo de haber experimentado el amor del Señor, esta debe ser también nuestra prioridad como cristianos y como familia diocesana, a través de nuestras parroquias y arciprestazgos, comunidades, movimientos, delegaciones e instituciones eclesiales. No tenemos otra razón de ser.
Para hacerlo tenemos que creérnoslo, es necesario que cambiemos de mentalidad, hemos de ponernos en actitud más misionera hacia aquello que hemos de salir a buscar que no conservadora de lo que ya tenemos. Debemos ponernos en actitud de camino, o como nos recuerda el papa Francisco, hemos de ser una Iglesia en salida al encuentro de cada persona que nos encontremosen nuestros ambientes.
Hacer de la evangelización una orientación diocesana significa que ha de impregnar toda la acción pastoral de nuestras comunidades. Ha de ser, en primer lugar, una actitud que debemos tener en las celebraciones de los sacramentos, especialmente en la acogida de quienes se acercan a pedir un sacramento, también en las catequesis con las familias que tienen una fe muy difuminada a veces pero que traen los hijos a hacerla comunión; en la atención que todos debemos tener hacia los más débiles, vulnerables y necesitados, y especialmente a través de Cáritas; en el despacho parroquial atendiendoa personas que vienen a pedir papeles o sacramentos; en atención a los enfermos y a las personas mayores que necesitan la ayuda y el apoyo de otros, etc.
Pero además de ser una actitud que debemos tener y vivir, es preciso que como cristianos nos formemos con el fin de ser verdaderos discípulos misioneros, como nos pide el papa Francisco en estos momentos. Tenemos que vivir una actitud espiritual alimentada en la presencia del Señor a través de la oración, los recesos o los ejercicios espirituales. Debemos aprender de las experiencias de otros cristianos que han hecho esta opción misionera y evangelizadora. Necesitamos compartir las experiencias que en diferentes lugares de nuestra diócesis ya se están realizando en esta línea evangelizadora.
Desde esta inquietud eclesial que comparto con todos vosotros, os comunico también que he decidido crear, entre otras, una delegación general para la evangelización y la formación que debe ayudarnos a los diocesanos a concretar esta orientación diocesana en objetivos y proyectos concretos a comenzar en este curso y continuar, de ahora en adelante, en toda nuestra acción pastoral.