Fecha: 25 de julio de 2021
Nos encontramos ya a mitad del verano. Pronto empezará el mes de agosto y este es un tiempo tradicionalmente dedicado por muchos a hacer vacaciones, pero sin olvidar que también hay muchos otros, hermanos nuestros y también familias de nuestra diócesis, que no pueden tenerlas.
Pero cada uno ha de encontrar su manera de hacer vacaciones. El papa San Juan Pablo II tenía como costumbre ir unos días a los Alpes y pasear por las montañas y después pasar el resto del verano en Castel Gandolfo, cerca de Roma. Decía en una de las plegarias del Angelus: “A la sociedad actual, frecuentemente frenética y competitiva, en la que predomina la lógica de la producción y el provecho, no raramente menospreciando la persona, es todavía más necesario que cada uno pueda tener un adecuado tiempo de reposo”. Y añadía que las vacaciones han de ser sabiamente utilizadas para que “en contacto con la naturaleza y la tranquilidad, permitan cultivar la armonía familiar, buenas lecturas y sanas actividades recreativas” que llevan a la oración, la contemplación y a escuchar a Dios. Y seguidamente calificó las vacaciones como un período “para recuperar las energías y al mismo tiempo encontrar el justo equilibrio interior”.
En cambio, como ha dicho más de una vez el papa Francisco, él prefiere hacer vacaciones y descansar en casa, es decir, quedándose en la Residencia de Santa Marta, donde vive.
“La última vez que tomé vacaciones fuera de casa fue en 1975… Desde entonces las tomo – ¡de verdad!- en mi hábitat. Cambio de ritmo, duermo algo más, leo cosas que me reposan, escucho un poco de música, nada más… Y todo ello me descansa” manifestó a los periodistas el año 2014 al regresar del viaje a Corea del Sur.
En cualquier caso las vacaciones son una oportunidad que Dios nos da, y debemos saber aprovecharlas. Una oportunidad de estar más con la familia, descansar, hacer deporte, y sobre todo, para profundizar en la vida interior. Porque los cristianos, como tales cristianos, no tenemos vacaciones. Es decir, un cristiano no deja de serlo nunca, por el hecho de las vacaciones.
Aprovechemos, pues, este tiempo, quien pueda tenerlo, para gozar más de la vida familiar, como los apóstoles con Jesús:
“Los apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo cuanto habían hecho y enseñado. Él les dice: Venid ahora vosotros solos a un lugar despoblado y descansad un poco. Porque había tanta gente que iba y venía, que no les quedaba tiempo ni para comer” (Mc 6, 30-31).
Con estas reflexiones os deseo, pues, que disfrutéis de unas merecidas vacaciones allí donde os encontréis.