Fecha: 2 de juliol de 2023
Repasando los comentarios que todos los domingos escribo, percibo que prácticamente casi todos los años he dedicado uno a reflexionar sobre las colonias de verano, la educación en el tiempo libre, los centros de Esplai… Interpreto que es un tema que me preocupa y del que me gusta opinar. También que deseo reconocer el trabajo de tantos responsables dedicados a esta noble tarea educativa. Un punto mayor de reconocimiento para agradecer a todos aquellos que lo hacen de manera gratuita. Y mucho más, desde mi punto de vista eclesial, comprobar que la primera motivación de este servicio es la consecuencia de la fe que profesan; coherentes con su confianza en Dios se imponen como obligación la tarea de transmitir el mensaje de Jesucristo en este mundo apasionante del tiempo libre. Están convencidos de que siempre y en todo lugar se pueden mostrar los grandes valores del Evangelio y educar en las virtudes que en el mismo están insertas.
Seguramente es complicado conseguir el equilibrio entre la fe, la educación y la cultura pero no cabe la menor duda de que lo intentan en todo momento. Algunos, en su crítica constructiva, opinan que se nota poco esta transmisión de la fe, otros afirman que este espacio educativo debería ser la prolongación de la catequesis parroquial. Opiniones no faltan y cada uno es libre para expresar la suya. Lo que no podemos perder de vista es el compromiso y el agradecimiento hacia todos aquellos que dan su tiempo en favorecer el crecimiento equilibrado y solidario de los más jóvenes. Estos tienen un potencial que conviene encarrilar de forma adecuada para que puedan hacer del servicio a sus semejantes la orientación de su vida futura.
Desde aquí hago una llamada para que todos favorezcamos la existencia y la proliferación de estos centros de educación no formal. Me gustaría que todas las parroquias y colegios católicos insistieran en la pervivencia de este modo de acercarse a los sectores más jóvenes. Algunos ya lo realizan y quedan siempre atrapados en el entusiasmo de ofrecer, año tras año, esta oferta que beneficia a toda la familia.Porque es una actividad que redunda en bien para todos los segmentos sociales. Del modo como preparemos la mente y el corazón de los niños en el presente será una garantía para una sociedad solidaria y plena en dedicación a los demás en el futuro.
Para hacer realidad estos deseos es necesario que haya educadores convencidos de su misión y que antepongan su servicio a los propios intereses o gustos. En estos momentos este tipo de educadores deberían ser los modelos a imitar por todos. La búsqueda de referentes personales que nos conduzcan al bien, a la belleza y al servicio es una exigencia inexcusable y nunca les agradeceremos bastante su función. Parece que la influencia en los comportamientos negativos y peligrosos es más llamativa. Por ello a todos nosotros nos tiene que importar la existencia de tantos voluntarios que dan sentido a sus vidas y son felices en estas tareas educativas. Hemos de valorar y agradecer su servicio. En ese sentido me sorprendió agradablemente los centenares de asistentes al funeral de nuestro amigo Xavi García, padre de familia y profesor del Colegio Episcopal. Ahora hace dos meses que falleció y en la catedral había muchas lágrimas, sinceras oraciones y gratitud inmensa por su vida entregada de forma voluntaria a esta dinámica de mejorar nuestro mundo con el empeño de poner en el corazón de los más jóvenes sentimientos de solidaridad y de gratuidad. Y todo ello desde una fe profunda en Jesucristo; no sabía y no quería actuar sin la referencia del Maestro, en cuya enseñanza se moldeó para dar lo mejor de su vida y de su profesión docente a los demás. Muchos años de profesor con la admiración entusiasta de sus alumnos pero muchos más años de dedicación a este mundo del tiempo libre. Gracias por tu ejemplo. Esperamos que quienes te conocieron, reciban con agrado y con exigencia mayor tu modo de entender la fe y el servicio.